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El 27 de diciembre de 2020 se celebró más que la Navidad o el Año Nuevo. Ese domingo se pusieron las primeras vacunas de Pfizer contra el coronavirus.

Era el principio del fin. Milagros García, residente de Balàfia I, en Lleida, y Leocadia Peña, usuaria de la residencia Nostra Senyora de Ribera, en La Pobla de Segur, fueron las primeras leridanas inoculadas.

Se anunció, entonces, un ambicioso plan de vacunación que no ha podido cumplirse, básicamente, por falta de vacunas, pese a la aprobación de las de Moderna y AstraZeneca. Pero aunque se avance al ralentí es innegable que estamos mejor que hace un año, cuando empezó esta pesadilla.

El 9 de marzo se confirmó el primer positivo en las comarcas de Lleida y dos días después la OMS declaró la pandemia mundial. Desde entonces, más de 35.000 leridanos se han contagiado y más de 700 han muerto a causa del virus.

Demoledor. En Catalunya ya se han superado los 20.000 fallecidos y, a nivel mundial, son más de 2,5 millones los muertos.

Conseguir inmunizar al 70% de la población es vital para parar esta sangría. Estamos aún muy lejos de lograrlo, pero el viernes ya se había alcanzado la cifra de 30.000 leridanos que habían recibido la primera dosis, un 7% del total, y a cerca de 13.500 ya se les había administrado la segunda, un 3% de la población.

A pesar de que, objetivamente, son números todavía insignificantes, ya se han salvado muchas vidas. En las residencias geriátricas, por fin, respiran.

Se llevaron la peor parte de la pandemia. Y no solo porque fue el colectivo con un mayor índice de mortalidad.

Los mayores (y sus cuidadores) han pasado un año muy difícil de aislamiento y restricciones. Ahora que los casi 5.000 usuarios de residencias de Lleida ya están inmunizados, se han desplomado los contagios, los ingresos hospitalarios y las defunciones.

Sin duda, una buena noticia. Paralelamente se empezó a vacunar al personal sanitario, imprescindible para superar esta crisis.

Después llegó el turno de los grandes dependientes, aunque la falta de vacunas alargará la campaña hasta el 31 de marzo. Además, el hecho de que la de AstraZeneca solo pueda administrarse a personas de entre 18 y 55 años complica aún más la situación.

La Generalitat ha optado por administrarla al personal esencial, como policías y docentes. También se ha empezado a vacunar a mayores de 80 años, aunque a un ritmo que no es el deseado.

Pero aunque hayan surgido complicaciones, la ansiada inmunidad está más cerca.

Palabra de obispo

El obispo de Solsona, Francesc Xavier Novell, nos tiene acostumbrados a las declaraciones polémicas, pero calificar de “genocidio más grave de la humanidad” el aborto es banalizar los genocidios y mostrar una nula empatía hacia las mujeres.

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