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El mes de marzo ha dado un respiro a las cifras del paro con casi 60.000 desempleados menos en España, 6.300 menos en Catalunya y también un ligero descenso en Lleida con 152 menos. La explicación hay que buscarla en el alivio de las restricciones sanitarias y el impacto de la Semana Santa, que, pese a todo, ha generado empleo, pero una comparativa a más largo plazo, contrastando cifras anuales, arroja un panorama mucho más preocupante sobre el impacto de la pandemia en el empleo porque en un año se han registrado 400.000 parados más en España, 88.853 más en Catalunya y 5.637 más en la provincia de Lleida.

Es un impacto brutal en la economía, que hace un año quedó prácticamente paralizada, salvo en los sectores esenciales, y que todavía no se ha recuperado y a la cifra de medio millón de empleos perdidos hay que añadir que otros 700.000 trabajadores están incluidos en expedientes de regulación temporal en España, 157.873 en Catalunya y otros 5.561 en Lleida, con un futuro laboral que estará a expensas de la evolución económica general y la particular de sus empresas. Hemos atravesado un año en el que únicamente el sector público ha estado a salvo de contingencias y en el que la recuperación dependerá en buena medida de que lleguen las ayudas públicas a las pequeñas y medianas empresas y se reactive la economía.

La experiencia de las últimas semanas muestra como el levantamiento de las restricciones contribuye a la reactivación del empleo, especialmente en sectores vinculados al turismo, la hostelería y el sector servicios, que son los que más duramente han pagado las consecuencias de la pandemia. Podemos buscar datos para el optimismo en la paulatina reducción de trabajadores en ERTE, que llegó a un pico de 3.617.205 personas el 24 de abril del año pasado y ha ido bajando en función de cómo iban las restricciones hasta quedarse en los 743.628 actuales, con una bajada de 115.913 en el último mes, que muestra como si se normaliza la situación sanitaria también se avanza en la normalización del empleo.

Y también se ha mejorado la contratación con un incremento de los contratos en un 11 por ciento con respecto a idéntico periodo del año pasado, con la salvedad de que en abril de 2020 esta era prácticamente nula. Pese a los negros augurios de la vicepresidenta Calviño, los datos de marzo no han sido tan malos como se temía porque hay una ligera mejora respecto a febrero y sustancial respecto al año pasado, pero sí que se dibuja un panorama preocupante si se mantienen o aumentan las restricciones, como ya ha sucedido en Catalunya con el restablecimiento del confinamiento comarcal anunciado ayer, y un futuro complicado si no se despeja el futuro de los ERTE, cuya vigencia expira el 31 de mayo y sobre cuya continuidad no hay hasta ahora un planteamiento claro.

Y está en juego el futuro de 700.000 trabajadores..

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