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En un país como España, en que el paro juvenil rondaba el 40 por ciento en el primer trimestre de este año, muy por encima de la media europea, tiene mucho mérito que el 90 por ciento de los titulados por la Universitat de Lleida ya estén trabajando tres años después de haber conseguido su titulación, según los datos de la Agència per la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya. Habla en favor del nivel de la UdL y de su buena interrelación con el mercado laboral el hecho de que la ocupación conseguida por sus graduados supera en un 1,7 por ciento la media de inserción laboral de los graduados del conjunto de universidades catalanas.

Destacan cinco grados que consiguen una plena inserción de sus titulados: Medicina, Biomedicina, Fisioterapia y las ingenierías electrónica y mecánica, en las que todos sus graduados están trabajando tres años después de conseguir un título. Como es previsible, las carreras de Letras tienen menos salidas profesionales con un 77 por ciento de ocupación para las filologías, Geografía, Historia e Historia del Arte, que son agrupadas conjuntamente, y Derecho, con un 79 por ciento, que ocupan la parte baja del ranking.

Menos satisfactorio es que solo seis de cada diez han encontrado un trabajo específico de la carrera que han cursado y que menos de la mitad, el 46 por ciento, tengan un contrato fijo, aunque desgraciadamente este dato no es achacable a la formación universitaria sino a la estructura del mercado de trabajo español, que sigue marcada por la precariedad especialmente con los más jóvenes y que aún se ha precarizado más con los efectos de la pandemia. Pero al margen de este dato, que debería ir solucionándose con el incentivo al empleo juvenil, es destacable que los universitarios se acerquen al pleno empleo mientras que sus compañeros de generación, con menos formación, tienen serios problemas para encontrar un primer empleo y engrosan las listas del paro.

Es positivo que se valore la formación, que el título universitario facilite la obtención de empleo y también que la UdL esté entre los centros que más inserción laboral facilitan porque demuestra que está en la buena línea potenciando las prácticas y la colaboración con las empresas de su ámbito.

Más pobreza Los responsables de Cáritas de las tres diócesis leridanas presentaron el balance anual destacando que han tenido que aumentar un 25 por ciento las ayudas que prestan para cubrir las necesidades básicas de unos cuatro mil hogares necesitados. Pese a lo abnegado de su labor, no llegan a cubrir todas las necesidades que la pandemia ha multiplicado.

Hacen falta más ayudas y a más gente y la solidaridad tiene que cubrir lo que no cubre la administración.

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