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Empezaron ayer las pruebas de selectividad, en las que hasta el jueves los 2.295 alumnos que se presentan en las comarcas de Lleida se juegan su futuro universitario, no tanto por aprobarlas, ya que la inmensa mayoría, más del 90 por ciento, habitualmente las supera, sino por la trascendencia de la nota a la hora de elegir carrera en función de la nota de corte. Como en la cita del año pasado, las medidas contra la Covid marcaron las pruebas, con obligación de mascarillas, distancia de seguridad y descentralización de los puntos de examen, que como el año pasado se hicieron en Lleida, Tàrrega, Tremp, Vielha y La Seu, donde como novedad se trasladaron a un polideportivo para ganar amplitud.

No ha habido problemas gracias a la experiencia del año pasado y a que la situación sanitaria está mucho más controlada. La segunda novedad de este año era el auto dictado el lunes por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya en que, a requerimiento de la Assemblea per una Escola Bilingüe, se ordenaba que los alumnos pudieran disponer del enunciado de las preguntas en catalán, castellano y aranés, algo que según la conselleria de Universidades ya se facilitaba en todas las pruebas.

De hecho, antes de empezar el examen se preguntaba quién quería los enunciados en castellano y se les facilitaba sin ningún problema y, según las primeras estimaciones, apenas un 5 por ciento de los alumnos pidió hacerlo en castellano sin que se registrara ninguna incidencia. El dato muestra de entrada que no hay problema lingüístico en las aulas por mucho que algunas entidades insistan en sus recursos, también que hay un alto nivel de normalización como indica el 95 por ciento de exámenes en catalán, lo que viene a demostrar que la inmersión está funcionando sin perjuicio de los derechos de los alumnos que optan por hacer las pruebas en castellano y, sobre todo, que hay más normalidad en las aulas que en otros ámbitos de la sociedad, que siguen empeñados en convertir la lengua en un problema y no en un instrumento de comunicación y entendimiento.

Apagón de internet Un fallo en el proveedor de acceso a internet, Fastly, ha dejado sin servicio durante una hora a miles de webs en todo el mundo, desde grandes empresas a medios de comunicación, pasando por algunos gobiernos, que tuvieron que paralizar sus servicios burocráticos.

Fastly es una de las más importantes redes de distribución de contenidos y las páginas afectadas usan sus servicios de computación en la nube para operar, y con el fallo se han quedado colgadas. Una muestra de la dependencia mundial de unas pocas empresas que monopolizan los servicios y que tienen la economía mundial en sus manos.

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