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En el ecuador de su mandato, el alcalde Pueyo lanzó su reto para el futuro con el horizonte 2030 en que Lleida debería ser la capital agroalimentaria y tecnológica del sur de Europa. Lo suscribimos todos y había sido también el objetivo marcado por sus predecesores en la Paeria, que ya dieron los primeros pasos con el impulso del parque científico y tecnológico de Gardeny, que sin duda ha sido uno de los grandes éxitos de la ciudad como reconoció el mismo Pueyo en su conferencia.

La cuestión ahora es cómo conseguir esta capitalidad que necesita evidentemente la complicidad del sector agrario y también el apoyo decidido de las instituciones catalanas y estatales, como sucedió en su momento con Gardeny. En este sentido, el alcalde expresó más deseos que concreciones porque no definió cómo se ha de conseguir esta capitalidad, mientras que es una evidencia que buena parte de las grandes empresas agroalimentarias de nuestras comarcas han apostado por deslocalizar inversiones aprovechando las facilidades que consiguen por otras latitudes y a la vista de las rémoras que algunas han encontrado, por ejemplo, para crear áreas logísticas.

También apunta a la ampliación del suelo industrial, que ciertamente es fundamental a la vista de que los polígonos del Segre y Camí dels Frares registran altos niveles de ocupación, pero hay que recordar que el proyecto de Torreblanca-Quatre Pilans lleva más de una decena de años parado y aún está en los trámites previos, mientras que Torre Solé es una iniciativa privada. Por lo que respecta a Gardeny, que ciertamente es una apuesta de futuro, sigue pendiente de que se mejoren sus infraestructuras, sus accesos y un planteamiento para las áreas sin ocupar que reclaman a gritos un mínimo de mantenimiento.

También queda por concretar la política comercial, más allá del laboratorio para impulsar la digitalización de los comercios, con proyectos pendientes, algunos a la espera de concretarse y otros rechazados por el actual equipo de gobierno. En lo que sí podemos estar todos de acuerdo es en la necesidad de apostar por la incorporación de los jóvenes al mercado laboral potenciando sus habilidades digitales, porque el paro juvenil es una de las lacras que no nos podemos permitir y porque este sector ha sido uno de los más perjudicados por la crisis sanitaria.

Y sobre la pandemia, es cierto que Lleida ha mostrado una gran capacidad de resiliencia, soportando incluso decisiones políticas tan injustificadas como el confinamiento de julio, y que también debería aprovecharse ahora esta capacidad para encabezar la recuperación económica. Una buena palanca serán los fondos Next Generation si se consigue una buena distribución territorial y sectorial, y realmente llegan a las pequeñas y medianas empresas, y en esto la Paeria sí que ha de jugar un papel decisivo asesorando y colaborando con las empresas.

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