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A finales de los años ochenta las calles de Lleida se llenaron de contenedores metálicos. Eran muy ruidosos, pero se consideraron más seguros que los de plástico en caso de que se incendiaran accidental o intencionadamente.

Fueron muy bien recibidos por los ciudadanos, ya que evitaban la imagen (y el olor) del montón de bolsas de basura frente a cada portal. Han pasado treinta años largos y lo que en su día fue una solución práctica e higiénica ya no sirve.

En una situación de emergencia climática, el reciclaje ya no es cuestión de buena voluntad, sino de necesidad. El llamado puerta a puerta ha venido para quedarse, aunque su implantación no esté exenta de críticas por parte de algunos vecinos.

Ayuntamientos y consells comarcals promueven este cambio en la recogida de residuos para mejorar el reciclaje o, lo que es lo mismo, para evitar que se dispare el recibo de la basura que pagan los vecinos. En este sentido, hay que tener en cuenta que la Generalitat penaliza cada tonelada que acaba en un vertedero con un canon que crece año tras año y que ya tiene un coste de 5,6 millones de euros.

Los números cantan. En las comarcas de Lleida se separa un 44% de la basura, menos del mínimo exigido del 50% que fija la Unión Europea desde 2020.

Y hay que ponerse las pilas, porque en 2025 este porcentaje crece hasta el 55%, se eleva al 60% en 2030 y debe llegar al 65% en 2035. Cerca de una treintena de municipios leridanos (28, exactamente) aprueban con nota y ya han alcanzado este objetivo.

¿Qué tienen en común? En todos ellos está implantada la recogida a domicilio. Hoy por hoy, es el sistema más efectivo para que cuadren las cifras de reciclaje, por lo que el puerta a puerta se abre camino por muy impopular que resulte de entrada.

Hay proyectos para implantarlo en toda la ciudad de Lleida, Solsona y en las comarcas de Les Garrigues y el Urgell, siguiendo la estela del medio centenar de municipios en los que ya se aplica este sistema de recogida. Se avecinan cambios y esto supondrá que 250.000 habitantes de la demarcación (el 56%) deberán acostumbrarse a separar los residuos, cuando ahora el puerta a puerta llega a poco más de 80.000 personas, un 18% de la población.

Hay que adaptarse a los tiempos.. La otra pandemia

El conseller de Interior, Joan Ingnasi Elena, subrayaba ayer que no tenía ningún sentido haber luchado durante más de un año para preservar las vidas si a medida que vamos recuperando la normalidad suben de forma alarmante las muertes en la carretera. Una colisión múltiple en la C-14 a su paso por Bassella dejó ayer un trágico balance de dos muertos y un herido crítico. Desde que el día 9 de mayo se levantó el estado de alarma, las víctimas mortales en las carreteras leridanas se elevan a nueve. Demasiadas.

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