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La campaña de la fruta en Lleida está siendo este año una balsa de aceite en comparación con la del pasado verano, marcada por la llegada descontrolada de personas que buscaban trabajo como temporeros y los múltiples contagios de Covid que provocaron una nueva ola de la pandemia en Lleida ciudad y todo el Baix Segre.

Hay dos principales causas que explican este cambio. Una es que este año hay menos temporeros y muchos menos aspirantes a serlo.

Las heladas registradas la pasada primavera han motivado que los agricultores, cooperativas y centrales frutícolas hayan contratado en total a unas 25.000 personas, 10.000 menos que en un año de plena producción.

La advertencia de que habría menos trabajo y el hecho de que el sector turístico haya recuperado su actividad, aunque esté notablemente por debajo de lo habitual, también ha evitado que cientos de trabajadores temporales de establecimientos hosteleros de la costa y manteros hayan venido a Lleida buscando una alternativa de subsistencia como sucedió el pasado verano. Esta circunstancia se ha notado especialmente en Lleida ciudad, donde en 2020 decenas de personas, a veces incluso cientos, vagaban por las calles del Barri Antic y desbordaron la capacidad de acogida de los pabellones de la Fira habilitados como albergue.

La segunda gran causa de la normalidad de esta campaña es que el avance de la vacunación contra la Covid y una mejor organización de las medidas preventivas ha hecho que los casos de contagiados y de contactos estrechos hayan caído en picado.

La mejor muestra de ello es que el viernes en la Manreana, uno de los cuatro recintos habilitados para la cuarentena, solo había tres positivos, mientras el albergue de Bellpuig acogía a dos contactos estrechos, y en el hotel Nastasi y el espacio de aislamiento de Soses no había nadie. El departamento de Salud ya ha completado la vacunación de todo el personal de las empresas frutícolas y el avance de la inmunización de todos los grupos de edad hace que la mayoría de agricultores y trabajadores ya estén inmunizados total o parcialmente.

Y por si fuera poco, la campaña también está siendo tranquila a nivel laboral.

Es cierto que los sindicatos denuncian deficiencias en materia de alojamiento o salarios, pero en 2020 Inspección de Trabajo solo levantó 14 actas de infracción. Ahora queda la incógnita de cuál será el balance económico para el sector en un año marcado por el descenso de la producción, que en lo que respecta a la fruta de hueso es un tercio menos de lo habitual.

La teoría indica que la menor oferta debería conllevar un aumento de los precios que compensaría a los productores.

Habrá que ver si en la práctica esto acaba sucediendo, pero lo que sí está claro es que desde hace ya unos cuantos años el margen de beneficio de los encargados de cultivar y producir la fruta es cada vez menor y, a veces, inexistente..

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