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La quinta oleada de la pandemia, sexta en el caso del Segrià, ha llegado con una virulencia que nadie, hace poco más de un mes, se podía imaginar y lo que es peor, nadie llegó a predecir ni a prevenir.

Lo único positivo, por decir algo, es que las consecuencias de la infección son, en la mayoría de casos, más leves que las que sufrieron buena parte de los contagios detectados en los primeros meses de la crisis sanitaria. Sin embargo, y pese al buen ritmo de la campaña de vacunación (más del 55% de la población de Lleida está ya inmunizada), la atención primaria y los hospitales están tensionados al máximo.

Y es que, por ejemplo, ayer se notificaron en Catalunya 117 nuevos ingresos, con lo que la cifra total llega a 2.132, de los cuales 490 permanecían en las UCI.

Las áreas destinadas a enfermos de Covid deben ser ampliadas paulatinamente y, en el caso de Ponent, aún no hemos llegado al pico de contagios, por lo que la situación empeorará. Ante este desolador panorama, el colectivo del personal sanitario está viendo cómo se acentúa la presión sobre ellos y, paralelamente, los usuarios deben conformarse con atención telemática y retrasos de pruebas en el caso de que su situación no sea grave.

De momento se han suspendido operaciones no urgentes, así como se posponen consultas y el paso siguiente podría ser alterar las vacaciones de facultativos y del sector de enfermería.

Las autoridades sanitarias ya han clarificado que retrasarán al mínimo esta medida, atendiendo a la necesidad de descanso de los profesionales después de un año tan aciago, aunque no descartan tener que llegar a este extremo. 

Al respecto, el sindicato Metges de Catalunya ya advirtió esta pasada semana que suspender o reprogramar vacaciones supondría la ruptura de los “consensos” que hasta ahora se habían respetado para plantar cara a la crisis sanitaria, “garantizando la máxima implicación de los trabajadores de la salud, pero también el máximo respeto por sus derechos laborales, profesionales y retributivos”.

La organización asegura que las vacaciones son “la última frontera” y, en caso de traspasarla, la tolerancia de los facultativos “se habrá acabado”. Esperemos, por el bien de todos, que tras esta nueva etapa de restricciones, con toque de queda incluido en numerosas ciudades, la situación vaya mejorando paulatinamente.

Pero para que ello ocurra es necesario que todos pongamos de nuestra parte, ya que no nos cansaremos de repetir que, de las actuaciones personales y la autorresponsabilidad, depende en buen grado la evolución de la pandemia.

Respetar las normas básicas para evitar contagios y no bajar la guardia deben ser premisas a seguir en todo momento. Como hemos dicho, la vacunación, la mejor arma contra la Covid, avanza a más que buen ritmo, pero es solo una batalla ganada porque la guerra sigue.

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