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La mesa de diálogo entre Catalunya y España se había convertido en uno de los grandes ejes de la estrategia de Esquerra, mientras que JxCat siempre se había mostrado escéptica cuando no directamente contraria apostando por una unilateralidad sin más concreción.

La apertura de una negociación con el gobierno español figuraba en el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez facilitada por la abstención de ERC y también en el pacto que propició la investidura de Aragonès, pero las diferencias han surgido con la composición de las delegaciones. Desde ERC, y también desde el gobierno español, se interpreta que eran negociaciones entre gobiernos, mientras que JxCat ha designado para su delegación a solo un conseller, Jordi Puigneró, al que acompañarían dirigentes de la formación como Jordi Sànchez, Jordi Turull y la portavoz parlamentaria Míriam Nogueras.

El presidente Aragonès en un gesto de autoridad inédito decidió dejar fuera a la delegación de Junts si no está integrada por miembros del ejecutivo por entender que rompe el consenso, lamentando además que no se haya actuado con lealtad, mientras que desde JxCat se desvían los ataques hacia Madrid acusando a la Moncloa de vetar su delegación.

Hasta aquí los hechos que cada cual interpretará a su manera y que evidencian la división existente en el gobierno de la Generalitat sobre una cuestión tan decisiva como la estrategia ante Madrid. Para los republicanos es un paso adelante que conviene aprovechar, y más cuando habían conseguido que fuera Pedro Sánchez quien encabezara la reunión con el compromiso de hablar de todo: desde una amnistía a un posible referéndum por más que los socialistas habían advertido que no lo contemplaban, que la negociación sería larga y que preferían priorizar las cuestiones que podían suscitar acuerdos.

Pero la estrategia de JxCat ha sido muy diferente desde el principio: no confiaban en la mesa, proponían ausentarse si no venía Sánchez y han tensado la cuerda hasta el último momento con la designación de negociadores que no están en el gobierno provocando el golpe de autoridad de Aragonès de consecuencias insospechadas porque ha abierto las acusaciones de deslealtad y abre una seria crisis en el ejecutivo que debilita la posición negociadora de la Generalitat y favorece a la Moncloa, espectadora en primer plano de la pelea entre socios independentistas.

A la vista de la situación, tanto a ERC como a la Moncloa les interesa que la reunión de hoy sea fructífera, que se avance en la metodología y que se concreten los primeros acuerdos, para dejar en evidencia la supuesta intransigencia de JxCat. Será complicado porque se parten de posturas muy distanciadas en las cuestiones claves, pero la única forma de llegar a acuerdos es hablando y desde Catalunya somos muchos los que llevamos años pidiendo diálogo.

Ahora que empieza no lo torpedeemos.

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