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Cuando en un conflicto como el catalán hay posturas tan enfrentadas como las que separan al soberanismo del constitucionalismo, no se puede esperar que se solucionen con una simple reunión.

Se puede optar por defender la imposición de una de las posturas basándose en una abrumadora mayoría en las urnas, por el mantenimiento del actual estatus en base al imperio de la ley como defienden los más intransigentes desde Madrid o buscar vías de diálogo para acercar posturas, limar diferencias y buscar consensos como han hecho los gobiernos español y catalán y defienden ERC y los socialistas. Es el eterno conflicto entre lo deseable y lo posible que pueden tender a acercarse si el tiempo y la buena voluntad lo permiten.

En el caso de la mesa de diálogo, lo más positivo es el hecho de que se haya reunido, de que siga reuniéndose sin marcarse plazos y que a pesar de las posturas enfrentadas sobre la autodeterminación y el referéndum reiteren su disposición a seguir negociando.

Mientras sigan hablando hay posibilidades de que llegue a buen puerto, si no se habla las posiciones seguirán manteniéndose enfrentadas ad aeternum y no se vislumbra más alternativa que el diálogo, porque ya hemos visto a dónde nos ha llevado la intransigencia de unos y otros. Ni tiene sentido la política de mano dura del PP convertida en una fábrica de independentistas y que ha provocado la práctica desaparición del partido en Catalunya, ni tampoco se conoce cuál es la estrategia de JxCat más allá de la unilateralidad que tampoco ha dado resultados positivos.

Puede servirles a corto plazo si la mesa fracasa y no se cumplen unos objetivos mínimos, pero difícilmente resolverá el conflicto la confrontación con la actual correlación de fuerzas, ni conseguirá respaldos internacionales mientras esté abierto el diálogo entre los respectivos gobiernos.

Después de muchos años reclamando a Madrid que se siente y negocie en un marco de bilateralidad, ahora que hay una oportunidad para hablar de todo lo que separa a unos y otros, hay que aprovecharla y exprimirla hasta el último momento porque cualquier otra posibilidad es además de inviable, ineficaz. Desde JxCat se reducía el encuentro del miércoles a una reunión de partidos, pero no es cierto porque acudieron el presidente del gobierno español y el de la Generalitat, de cuyo gobierno forman parte.

De momento, los posconvergentes han preferido cargar las tintas contra la Moncloa, minimizando el papel del presidente de la Generalitat y también habrá que ver cómo afecta a la cohesión del gobierno catalán una discrepancia tan profunda en la estrategia y en el diseño de futuro.

Y a falta de mejores planteamientos hay que recordar que el mismo Nelson Mandela desde la cárcel recomendaba negociar con el adversario y trabajar con él para que finalmente pueda ser tu compañero y acercarte a tus objetivos..

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