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La Formación Profesional había sido durante muchos años la hermana pobre del sistema educativo donde se refugiaban los estudiantes que no podían acceder a la Universidad con una visión sesgada tanto de la formación como de las necesidades del mercado laboral. Pero este año ha habido un cambio espectacular con un notable aumento de la demanda al que la administración no ha sabido dar respuesta. Aunque en Lleida solo han sido ocho los demandantes de plaza en grado medio que se han quedado sin la plaza que habían solicitado, en Catalunya, con una demanda inicial próxima a las cien mil plazas, en el primer plazo de inscripción fueron 12.611 los alumnos que se quedaron sin sitio en el grado medio y 13.794 en el grado superior, lo que obligó al gobierno catalán a crear 6.152 nuevas plazas que han amortiguado el déficit que finalmente ha sido de 1.323 alumnos que no podrán cursar el grado de FP que habían elegido.

Muchos han optado por centros privados, que han visto una oportunidad de negocio, y otros han desistido bien porque intentan incorporarse al mercado laboral o bien porque han elegido otras opciones, ya que buena parte de los demandantes eran personas que no procedían de la ESO y tenían más de 20 años que buscaban una salida después de la pandemia. La paradoja es que hay unas 4.000 plazas vacantes en otros ciclos que no han sido elegidos por los alumnos en una muestra de que la oferta educativa no está adaptada a la demanda existente. Los cursos más requeridos han sido los de auxiliar de enfermería, como consecuencia de la pandemia, y de sistemas informáticos y redes, que al igual que el anterior tienen salidas profesionales garantizadas, mientras otros ciclos se han quedado sin cubrir el cupo pese a los intentos de reorientar a los alumnos sin plaza.

Es evidente que la gestión no ha sido buena, y la misma conselleria admite que hay un margen de mejora, mientras la oposición habla de fracaso rotundo, pero habrá que aprovechar el espectacular aumento de la demanda para reorientar la Formación Profesional, como han hecho todos los países, con más inversión y cambios estratégicos, adaptando la oferta existente a la demanda de los jóvenes que se centra en el sector sanitario e informático y también para combatir el abandono de los estudios y fomentar la inserción laboral con más colaboración con las empresas que faciliten las prácticas e incluso la recuperación de la figura del aprendiz. Y al margen de los errores de este año, es importante que la Formación Profesional recupere prestigio, se convierta en una opción válida y cualificada y que responda a las necesidades de nuestro mercado laboral que evoluciona con más dinamismo que las estructuras educativas y que sobre todo necesita cada día más perfiles técnicos y cualificados como los que tienen que salir de la Formación Profesional. .

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