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Que cualquier persona sea acosada o discriminada por su condición sexual es, además de un posible delito, algo lamentable porque atenta contra la dignidad de las personas, contra la tolerancia y el más elemental respeto. Suceda en una capital o en el más pequeño de los pueblos, y es lo que le está pasando a una pareja que se instaló en El Querforadat, con una población durante el año que apenas llega a los nueve habitantes, del municipio de Cava, en el Alt Urgell, con 45 vecinos censados, que ha tenido que denunciar el acoso homófobo por parte de algunos vecinos que les insultan, les desprecian e incluso les han obligado a denunciar ante los Mossos un intento de atropello. Esta pareja de docentes buscaba la paz del Pirineo en un paisaje idílico, pero se han encontrado con un grupo de vecinos, no todos como hacen constar los afectados, que les rechaza y les desprecia por su condición sexual llegando al insulto y a hacerles la vida imposible.

De momento, ha mediado la alcaldesa de Cava, que llegó a un acuerdo con las dos partes para que mostraran indiferencia, pero los mismos afectados han explicado que la tensión no ha cesado y que es desagradable vivir de esta forma. Es evidente que no basta con la indiferencia, y aunque no se pueda conseguir la deseable cordialidad vista la actitud de unos, sí hay que exigir respeto y tolerancia, el cese de los insultos y los acosos, y si no se consigue llegar a las actuaciones judiciales. También ha anunciado su mediación el consell comarcal del Alt Urgell, que dispone de más medios que el consistorio para solucionar el conflicto y que se respeten los derechos a la igualdad entre las personas y a elegir su opción sexual.

Es una pena que por la cerrazón de unos pocos salga perjudicada la imagen de un pueblo y contrasta esta cerrazón con el esfuerzo de tantas poblaciones con riesgo de despoblación para acoger nuevos vecinos que ayuden a devolver la vida y la actividad a tantos pueblos semivacíos. Lo de El Querforadat debe ser una excepción a corregir con urgencia, con respeto a la opción sexual, educación y tolerancia.Evitar la masificación

Tenemos una maravilla en el congosto de Mont-rebei que corre el peligro de morir de éxito por la avalancha de turistas y por las dificultades burocráticas para adaptar la normativa catalana y aragonesa en una zona limítrofe. Se ha avanzado en la comisión para regular los usos del congosto con una limitación de dos mil visitantes y quinientos vehículos al día repartidos en tres áreas de aparcamiento y parece razonable esta limitación que ya se aplica en parques nacionales.

El tiempo dirá si son muchos o pocos, pero hay que evitar la masificación por cuestiones de seguridad y la salvaguardia del paisaje.

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