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Siempre se dice que el proyecto de presupuestos es la ley más importante del año, la que marca las prioridades, decide las inversiones y se convierte en motor o freno de la economía. Luego habría que hablar del grado de ejecución de los presupuestos y pasar del papel a la realidad, pero el primer paso es aprobar unos presupuestos que reflejen la política del gobierno y es lo que ha hecho el Consell Executiu con unas cuentas expansivas y unas partidas sociales que representan un récord a remolque de los fondos europeos. Puede parecer una obviedad, pero da la casualidad que por diversas circunstancias derivadas de convocatorias electorales o desacuerdos políticos en Catalunya no hemos tenido presupuestos en 2013, en 2016, en 2018 o en 2019, y que tuvo que funcionarse con prórrogas de los del año anterior pese a que las circunstancias sociales y económicas iban cambiando significativamente.

Los de 2020 se aprobaron con mucho retraso, en abril, y con el estallido de la pandemia quedaron rápidamente desfasados y el gobierno que salió de las urnas en febrero de 2021 renunció a presentar los de ese año porque no tomó posesión hasta junio. Ahora son más imprescindibles que nunca para 2022 porque hay que aprovechar los fondos europeos que llegan por la pandemia, porque desde el govern hay que impulsar la recuperación económica y porque el país lo necesita. Que se discutan todas las enmiendas que se presenten, que se negocie lo que sea menester, pero que se aprueben en tiempo y forma para que en enero se pongan en marcha las inversiones previstas y empiece a aplicarse el aumento de partidas.

Dicho esto, es importante que se haya optado por un presupuesto expansivo con un incremento del 17 por ciento gracias a los fondos europeos, también lo es que tres cuartas partes del gasto se destinen a partidas como salud, educación y servicios sociales, que todas las conselleries vean aumentadas sus partidas y que la inversión en las comarcas de Lleida haya aumentado un 32 por ciento, aunque la oposición considere que seguimos estando a la cola de Catalunya y faltan partidas concretas porque estas son cuestiones que pueden mejorarse en el debate de las enmiendas y en la negociación parlamentaria. Falta ahora recabar los apoyos necesarios para conseguir la mayoría, porque el socio prioritario del gobierno de coalición, la CUP, ha mostrado sus recelos y decidirá este fin de semana en asamblea. No debería ser obstáculo conseguir al menos su abstención, pero tampoco debería ser problema porque tanto socialistas como comunes deberían facilitar la aprobación de un proyecto que mejora sustancialmente la situación actual y que sobre todo es necesario.

Si la CUP los apoya se mantendrá el bloque independentista, si finalmente lo hacen PSC y comunes, se abre un nuevo escenario que puede conjugarse con apoyos recíprocos en Madrid. Pero deben salir adelante.

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