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Imágenes de otoño con temperaturas de verano. El avance de una semana del curso escolar ha provocado la caída de un 25% de la ocupación turística en las comarcas del Pirineo de Lleida respecto a años anteriores, cuando las clases se iniciaban a partir del 12 de septiembre. Al tratarse de un destino plenamente familiar, esta semana perdida ha pesado.

Y mucho. El sector hostelero constata que la mayoría de visitantes anticiparon su marcha y la última semana de agosto se empezó a vaciar el Pirineo. Tradicionalmente, es el puente de la Diada el que marca el fin del verano, pero este año el 11 de Setembre cae en domingo y con las clases ya en marcha, por lo que ayer por la tarde las principales zonas turísticas se quedaron desiertas, en contraste con una mañana todavía animada.

Con una ocupación de entre el 80 y el 95% este verano, el sector hace un balance global positivo, pero ha faltado la guinda. También se echará en falta a los barceloneses que aprovechan la Mercè para pasar unos días en la montaña, puesto que este año el día festivo cae en sábado. Compensan, sin embargo, los boletaires, que en pleno verano llenan sus cestos tras las esperadas lluvias de los últimos días.

En este caso, la temporada se ha avanzado unas semanas respecto a lo que suele ser habitual. Para los amantes de los deportes de aventura también parece que sea otoño. El rafting reduce su horario de 4 a 2 horas diarias de lunes a viernes hasta el final de la temporada, previsto para el 15 de octubre, para ahorrar el caudal que Endesa libera de los pantanos de La Torrassa y Llavorsí para facilitar los descensos por el Noguera Pallaresa.

Y es que pese a las tormentas de los últimos días, la sequía sigue causando estragos y eso ha generado un goteo de visitantes que se pasean por el ahora vacío pantano de Rialb y recorren los restos del antiguo pueblo de Tiurana, que desapareció bajo las aguas cuando se construyó el embalse en 1999. Las fotos parecen sacadas de una película de ciencia ficción. ¿Ha nacido un nuevo turismo de sequía?Huelga de escopetas

Decenas de cazadores de las comarcas de Lleida dejaron ayer las escopetas en casa el primer día de la temporada de caza mayor.

Una huelga inédita para protestar contra la nueva normativa de la Generalitat, que les exige notificar a través de una aplicación informática dónde y cuándo organizarán batidas. Hubo una concentración de protesta en Oliana y, a pocos kilómetros, en Peramola, unos jabalíes destrozaban un campo de maíz. En un contexto de plaga de conejos y problemas por la cada vez más incontrolada población de jabalíes, los cazadores piden tener voz y voto porque ellos también pueden ser actores necesarios para equilibrar ecosistemas.

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