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EDITORIAL

Jabalíes y conejos, un problema a resolver ya

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Un tren de Ouigo que circulaba por la línea del AVE de Barcelona a Madrid la noche del viernes chocó contra un jabalí a la altura de Lleida y quedó parado más de cuatro horas en el tramo entre Vallmanya (Alcarràs) y Ballobar. El impacto con el animal estropeó el sistema de frenos y obligó a parar el convoy, por lo que la compañía fletó otro tren desde Madrid para trasladar a los viajeros. Los técnicos lograron reparar parcialmente el sistema y el tren pudo llegar a la estación de Zaragoza circulando a unos 160 kilómetros por hora.

Lo primero que nos habríamos preguntado hace unos años es cómo logró este ejemplar colarse en unas vías que están valladas y súper protegidas para evitar precisamente este tipo de accidentes, pero dada la proliferación en los últimos años de estos animales, la pregunta se contesta sola. Hay tantos y están ya tan acostumbrados a lidiar con todo tipo de impedimentos a su deambular, que lo raro es que no haya más siniestros en las vías férreas, como sí suceden en las carreteras, más a menudo. De hecho, casi la mitad de los accidentes contabilizados el año pasado en las carreteras de Lleida estuvieron provocados por la irrupción de jabalíes, corzos y buitres en la vía, un problema que también afecta a l’Horta de Lleida.

De los 1.246 accidentes en las vías de toda la provincia en 2021, el 50 por ciento estaban directa o indirectamente ligados a la irrupción de un animal en la calzada. Además de este grave problema para la seguridad, tanto jabalíes como conejos están provocando innumerables daños en todo tipo de cosechas e incluso amenazan infraestructuras hidráulicas. Los últimos en denunciar esta problemática han sido agricultores de Oliana y de Peramola que aseguran haber tenido pérdidas de 60.000 euros en los campos de maíz en las últimas semanas.

La superficie cultivada este año de cereal en ambos municipios es de 180 hectáreas y “más de 30 han sido ya arrasadas”, según el alcalde en funciones de Peramola, Joan Puig, uno de los damnificados. La sequía ha empeorado la situación ya que reduce la comida “y los animales se vuelven locos” por los cultivos. Así, han optado por recolectar el cereal antes de tiempo, “una solución a medias porque el maíz no está acabado de crecer y pierde valor”.

Un problema de primer orden que al menos recibe un respiro con el fin de la huelga de cazadores pero que requiere más medidas y más concretas.

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