Adiós a las mascarillas en el transporte

La mascarilla en el transporte deja de ser obligatoria desde hoy mismo. Esta medida llega después de que el Gobierno español, en base a las ponencias de alertas del Sistema Nacional de Salud (SNS), lo recomendara. Así lo anunció ayer la ministra de Sanidad, Carolina Darias, tras la aprobación en el Consejo de Ministros.

“Nos encontramos en un momento de enorme estabilización por la Covid-19 y una clara tendencia a la baja, por lo que contamos con los datos más bajos de la pandemia”, añadió. De hecho, España dejará de ser el único país de Europa que tenía en vigor la obligación de usar la mascarilla en el transporte una vez que el BOE publique la modificación del Real Decreto de 19 de abril de 2022. La medida llega meses después de que países europeos tomaran la misma decisión, que se ha retrasado por la amenaza de la situación en China y por el temor ante nuevas variantes, como la conocida como kraken, procedente de EEUU.

Las últimas cifras de la Covid-19 en España, publicadas el pasado viernes, mostraron que el número de personas hospitalizadas han bajado un 12,1 por ciento en la última semana, un 15,2 por ciento en UCI, y la incidencia media actual de contagios en los últimos 14 días se sitúa en los 50,76 casos por cada 100.000 habitantes. La retirada de las mascarillas se produce casi un año después de que su uso dejase de ser obligatorio en el exterior, medida aprobada el 10 de febrero, y unos meses más tarde (el 20 de abril) de que ya no se utilice en los espacios interiores. Tampoco habrá que llevarla en establecimientos sanitarios como ópticas, centros de audiometría u ortopedias, donde hasta ahora eran preceptivas.

Habrá otros centros y establecimientos en los que habrá que seguir utilizándolas, como los siguientes: residencias de mayores, centros sanitarios como hospitales o centros de salud y sociosanitarios como farmacias o clínicas dentales. El anuncio del adiós de las mascarillas en el transporte público también incluye a las aerolíneas de bandera española, lo que supone cumplir con las reiteradas peticiones del sector, que desde hace meses solicitaba igualar la norma al resto del entorno europeo. Bienvenida sea, pues, esta normalidad, pero no olvidemos que es una opción totalmente voluntaria y que las personas que por su vulnerabilidad, edad o razones de prudencia sanitaria quieran seguir llevándola están en todo su derecho.

La propagación de virus se ha visto notablemente frenada por el uso de las mascarillas y su uso puede y debería seguir formando parte de nuestra cotidianidad. Con esta medida, el período colectivo mundial más duro que hemos vivido en este siglo se aproxima a su fin y, pese a la elevada mortalidad que ha provocado (6,8 millones de personas en todo el mundo), nos ha demostrado que invertir en ciencia e investigación es siempre una garantía para la supervivencia de la humanidad.