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Mientras en nuestro microcosmos continuamos inmersos en la actualidad política, con la resaca electoral del domingo, que se sigue cobrando cabezas (ayer fue la de la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas), y los preparativos urgentes de cara a los comicios generales del 23 de julio, nos llegan otras noticias que van a afectar a toda la población mundial. Por un lado, la ciencia ha fijado por primera vez cuáles son los límites de seguridad y de justicia que no deberían sobrepasar los principales indicadores del deterioro ambiental mundial y ha concluido que algunas de esas líneas rojas ya se han cruzado y muchos de los impactos en el bienestar humano son ya inevitables. Así, 50 científicos internacionales, en un informe publicado en la revista Nature, han fijado en 1 grado el límite considerado “justo” para evitar una alta exposición a daños significativos causados por el cambio climático, límite que se ha incumplido ya.

Además del clima, los investigadores han establecido otros topes “seguros” y “justos” también en términos de biodiversidad, agua dulce y diferentes tipos de contaminación del aire, el suelo o el agua, y han concluido que en la mayoría de los casos se han superado y que los seres humanos están asumiendo riesgos “colosales” y poniendo en peligro la estabilidad y la resiliencia del planeta. También mantienen que entre el 50 y el 60 por ciento de la naturaleza global debería permanecer intacta (objetivo incumplido, tanto en términos de seguridad como de justicia). A tenor de los resultados del estudio, los científicos advierten que, a menos que se produzca una transformación a tiempo, es “muy probable” que se haga inevitable cruzar puntos críticos de cambio irreversible y, en consecuencia, un impacto generalizado en el bienestar humano.

“Evitar ese escenario es crucial si queremos garantizar un futuro seguro y justo para las generaciones actuales y siguientes”, concluyen los estudiosos. Y si este futuro que plantean no fuera lo suficientemente incierto, el mismo día trascendía que más de 300 expertos firmaron un manifiesto alertando de que la inteligencia artificial (IA), que ha venido para quedarse, plantea un “riesgo de extinción” para la humanidad comparable al de las pandemias o la guerra nuclear. Para estos científicos, entre los que se encuentran los considerados “padres” de la IA, son más que preocupantes las consecuencias que podría conllevar el éxito de esta tecnología, siendo dos de los mayores temores la difusión a gran escala de desinformación y propaganda y la posible eliminación de trabajos de todo tipo.

En este sentido, ya existen rankings de profesiones “en peligro” que encabezan los profesores de enseñanza superior e incluyen teleoperadores, árbitros e incluso jueces. Ante tal panorama incierto solo nos cabe esperar que, al menos esta vez, los especialistas yerren en sus previsiones.

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