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Valores. Trabajadores por la paz

En nuestra sociedad, el trabajo es después de la familia la principal fuente de interacción social. Cuando se realiza de forma ética, respetando a las personas y al medio, contribuye como nadie a potenciar la colaboración, implicación, responsabilidad, compromiso y la mejora de las condiciones de vida de todo el entorno. Si del trabajo en general podemos enumerar esas características que aportan valor, ¿qué no podremos decir del trabajo que realizan aquellas personas diariamente y en distintas partes del mundo, orientado a ayudar a los demás? Personas cuyos valores prevalentes, los que mueven su conducta, se orientan a ayudar a los más necesitados, en un intento de que en la ecuación de la igualdad, otras personas no les arrebaten la dignidad y les sitúen en el peor lado del binomio igualdad vs. desigualdad.

CIS Padre Olaran

El Padre Olaran es un misionero vasco, de Hernani, que dedica su vida al noble oficio de ayudar a los más necesitados de Wukro en Etiopía: ancianos, enfermos mentales y niños huérfanos son su objetivo. El misionero da su nombre aquí en España al Centro de Iniciativas Solidarias Padre Olaran. Anualmente el misionero interrumpe su estancia en Etiopía para visitar la fundación, como acaba de hacer este octubre y darnos una inyección de sensibilidad que impida que circule por nuestras venas el colesterol malo, el del olvido, el que impediría que miles y miles de personas recibieran su ayuda. Aquí cuenta con la complicidad y el enorme trabajo de la ya referida fundación que, presidida por el empresario José María Pujol, por el personal de la fundación y por un buen número de donantes de solidaridad, recauda fondos destinados a paliar las necesidades de los más necesitados en el continente africano.

De los Cascos Blancos a Meir Margalif

Si en 2016 el reconocimiento internacional que otorga la fundación recayó sobre White Helmets (los Cascos Blancos) –organización humanitaria que, formada por voluntarios sirianos, médicos, ingenieros, sastres arriesgan diariamente sus vidas, metiéndose debajo de las bombas y salvando la de miles de sus compatriotas, como recordó Josep Maria Pujol– pasado ya un año desde la entrega del galardón y no habiendo recibido el Casco Blanco que se comprometieron a enviarnos, espero que ello no sea un mal presagio de su actual destino. Este 2017 la distinción ha recaído sobre Meir Margalif, un judío marcado en su ADN por el holocausto, con diecinueve años formó parte del ejército israelí, fue herido en la guerra del Yom Kippur (1973) y durante su recuperación experimentó un cambio substancial en sus valores, transformándose desde entonces en un pacifista y un activista comprometido con la Sociedad y con la paz.

¡Felicidades a todos los que hacen posible la obra del CIS Ángel Olaran y a todos los que en su trabajo ordinario –el del día a día– son capaces de hacerlo respetando los valores de los demás!

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