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Cristian Gómez defiende el balón ante la presencia de un rival, en una acción del partido de ayer.

Cristian Gómez defiende el balón ante la presencia de un rival, en una acción del partido de ayer.

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Los termómetros para medir la buena salud de un club se deben aplicar fundamentalmente sobre tres aspectos: el económico, el deportivo y el social. Solo que falle uno de esos tres pilares, el edificio se tambalea. Si fallan más, la situación no puede contemplarse de otra manera que no sea con preocupación.

Y en estos momentos el Lleida es un enfermo que está en la UCI. La situación deportiva, con el equipo en zona de descenso, es terriblemente mala y la social, con un divorcio que está siendo traumático entre la directiva y un amplio sector de la afición, se agrava a cada jornada que pasa. Y en cuanto a lo económico, más vale que no se repita lo ocurrido la pasada temporada, porque fue precisamente en la gestión de los impagos a la plantilla donde se plantó el germen de la actual mala situación.

Es incuestionable que la sexta temporada del Lleida Esportiu está siendo la peor y es de suponer que sus responsables deben estar haciendo los análisis pertinentes para identificar las causas de la enfermedad. Solo así será posible curar al paciente. Una analítica equivocada o una medicación errónea solo agravarán la situación del enfermo.

Haciendo historia, la primera temporada del Lleida, que fue de transición, se superó de forma más que notable y allí empezó la recuperación de una afición que, tampoco lo olvidemos, había ido desertando en la última etapa del anterior club. Con Toni Seligrat, que llevó al equipo a dos play off y después con Imanol Idiakez, con un tercer play off y un quinto puesto, la situación deportiva fue impecable. La social, con el campo lleno en los finales de temporada, también. En lo económico, según destacó el club cuando hizo asambleas informativas, cada año se cerró con superávit. Pequeño, pero superávit.

El club tiene que analizar lo que ha pasado y lo que está pasando y, además de repartir culpas, debe asumir las suyas. Las soluciones difícilmente se encontrarán añadiendo gasolina al fuego. Y leyendo algunas redes sociales, el incendio tiene pinta de seguir ardiendo.

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