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Alzamora, con Feliu atento, intenta frenar la entrada de un rival.

Alzamora, con Feliu atento, intenta frenar la entrada de un rival.

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El trabajo y mejora de los fundamentos del juego es un aspecto del baloncesto que todo jugador debe pulir durante su carrera deportiva. Es lo que conformará su técnica individual. Desde la iniciación se incide en el aprendizaje del dribling, del pase, del tiro como herramientas fundamentales para aplicarlas a un juego que requiere de dichas habilidades. Aunque dominar los fundamentos no es suficiente para ser un buen jugador, saber utilizar los gestos técnicos en el momento adecuado es la esencia. Se llama la táctica individual.

A lo largo de mi carrera como entrenador he tenido la suerte de trabajar con grandes jugadores. La gran mayoría con un nivel muy alto de técnica, jugadores de una gran plasticidad, con capacidad de realizar muchas cosas y bien con el balón en las manos pero sin oposición y sin compañeros. Pero ya no han sido tantos los capaces de demostrar la misma efectividad en el juego colectivo. Saber cuándo y cuánto se debe botar el balón, cuándo pasar y cuándo lanzar a canasta es un aprendizaje nada fácil. Es lo que se llama lectura y que lleva al jugador a entender el juego. Un paso más allá debe llevar al jugador a decidir de una forma rápida y no menos precisa. Debe pensar antes de recibir el balón para ejecutar con la mayor rapidez posible. Nunca pensar con el balón en las manos.

Cuando un jugador llega a un equipo con la temporada iniciada necesita un tiempo de adaptación. Es imposible un alto rendimiento inmediato. El conocimiento de los sistemas tácticos cada vez más complejos y acoplarse a los compañeros requieren de un tiempo, por experimentado que sea. Papantoniou es un buen ejemplo de jugador que precisa de tiempo. Demostrando buenos fundamentos, sus errores en la lectura del juego merman su rendimiento.

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