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Mousa, en una acción del encuentro.

Mousa, en una acción del encuentro.CARLES MIRANDA

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Cuando Felipe V de Borbón promulgó en 1716 el Decreto de Nueva Planta, por el que quedaron abolidas las leyes e instituciones de Catalunya, una de las cosas que más preocupó al Estado absolutista español fue la lengua catalana.El texto ya advertía, en plan Asterix y su eterna resistencia a la dominación romana, que los catalanes “son apasionados a su patria, con tal exceso que les hace trastornar el uso de la razón y solamente hablan en su lengua nativa”.

Por ello dedicó especial atención a conseguir que los catalanes dejáramos de usar la lengua propia y habláramos en castellano. Para ello la nueva Ley borbónica afirmaba: “… pero como a cada nación parece que señaló la naturaleza su idioma particular, tiene esto mucho que vencer el arte y se necesita de algún tiempo para lograrlo, y más cuando el genio de la nación como el de los catalanes es tenaz, altivo y amante de las cosas de su país, y por esto parece conveniente dar sobre esto instrucciones y providencias muy templadas y disimuladas, de manera que se consiga el efecto sin que se note el cuidado…”

Trescientos años después parece que el Estado español está más porque “se consiga el efecto”, aunque se note, y mucho, “el cuidado”. Así, sin disimulo, la Federación Española de Fútbol prohibió que el Lleida jugara con la camiseta de la senyera bajo la amenaza de que el partido no se iba a disputar. Da igual que la medida tomada pueda causar más daños de los que quiere evitar. Porque si el Lleida hubiera jugado con la senyera ante el At. Saguntino, hubiera sido un pie de foto, un comentario de pasada en los vídeos de televisión y menciones en las redes sociales. Con la prohibición, que ayer volvió a repetirse en el campo del Ontinyent, lo que consiguió fue amplificar lo que no hubiera dejado de ser una anécdota.

Volviendo al Decreto, es curioso que reconozca que Catalunya es una nación y, sobre la lengua, no hace mucho un ministro del PP dijo que había que “españolizar” a los niños catalanes.

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