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Albert Lafuente también gozó de minutos en tierras gallegas.

Albert Lafuente también gozó de minutos en tierras gallegas.DTX CAMPEÓN

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Desde siempre las lesiones han sido uno de los principales inconvenientes de cualquier práctica deportiva. El baloncesto, al ser un deporte de contacto, en el que predominan movimientos intensos, saltos y cambios de ritmo y dirección, no se escapa de este tipo de peligros. Una de las premisas para hacer una buena temporada es que a un equipo le respeten las lesiones. Y sin saber por qué, es del todo común que cuando surgen, nunca aparece una sola. A veces se comportan como una epidemia complicada de erradicar, pero también forman parte del deporte. También juegan y se deben tener presentes.

En el momento de configurar las plantillas, decidir entre cuántos jugadores repartir el presupuesto es una cuestión complicada. Configurar una plantilla corta de 10 jugadores puede comportar fichar más calidad y talento que tener 12. Disponer de jugadores formados en el club con calidad para, no solo entrenar sino también jugar minutos con el primer equipo, es fundamental para poder repartir la mayor masa presupuestaria en jugadores foráneos determinantes.

Otro aspecto importante es fichar jugadores polivalentes, que puedan desempeñar diversos roles. El Força Lleida asumió cierto riesgo al definirse por una plantilla de 10. Ante esta limitación, la dirección deportiva debe intentar reclutar un mínimo de 2 jugadores que puedan rendir en dos posiciones diferentes, con el objetivo de minimizar este hándicap. Pero cuando las malditas lesiones se ceban en una misma posición (Karena y Mbaye), el rendimiento del equipo, como ayer ocurrió en A Coruña, baja. El pívot alto es la posición más determinante en el juego defensivo, y anoche, encajar 93 puntos complicó mucho el partido. Si la lesión de Karena se alarga, es del todo necesario reforzar esta posición.

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