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Julen Olaizola, que debutó en el Barris Nord, controla el balón ante Chuku, jugador del Coruña.

Julen Olaizola, que debutó en el Barris Nord, controla el balón ante Chuku, jugador del Coruña.AMADO FORROLLA

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lenn Cooper lo proyectó perfectamente en su libro La hora de la verdad, en que el exagente del FBI, Will Piper, disfruta de la tranquilidad que tanto le ha costado alcanzar desde que se creó en su vida el misterio de la biblioteca de los muertos y reveló, a una atónita humanidad, la fecha del fin del mundo que los espías de la abadía de Vectis habían predicho.

Para Borja Comenge y sus hombres también se puede afirmar que ha llegado la hora de la verdad. Nos encontramos en un momento de la temporada donde un par de victorias o derrotas consecutivas nos acercan a una zona por la disputa de los play off o bien nos sumergen en las aguas tenebrosas de la lucha por la permanencia.

Ayer ante los gallegos de La Coruña tuvimos la oportunidad de ver las dos caras de este Força Lleida. Un equipo que es capaz de salir a la pista helado, remontar de forma gradual un partido muy complicado, mantener y ampliar la ventaja haciendo un buen baloncesto control y cuando parecía que con una diferencia de diez puntos era suficiente, un tiempo muerto del sabio Gustavo Aranzana y los triples del cañonero Monaghan sirvieron para dar la vuelta al marcador.

Una nueva derrota en el Barris Nord y van... Esta es la Liga del luto y la tristeza para un Lleida que no acaba de acertar en los fichajes. Derksen prácticamente desaparecido, Karena con el billete de avión en el bolsillo y Olaizola todavía sin adaptación. Y uno se pregunta qué habría sido de este equipo sin Jarred Ogungbemi. Ha llegado la hora de la verdad. O todo o nada.

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