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Reggie Jonhson intenta escapar de la presión de Rubín de Celis.

Reggie Jonhson intenta escapar de la presión de Rubín de Celis.AMADO FORROLLA

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Esta semana me ha impactado el escrito que Kevin Love, jugador de Cleveland, ha publicado en The Player’s Tribune, donde habla por primera vez de sus problemas de salud mental, que no había revelado hasta ahora y que fueron el motivo de que dejara un partido tras un ataque de pánico.

El aspecto mental en el deportista profesional es conocido popularmente como motivación. Pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy. La incidencia de las patologías mentales en los jugadores no parece que tengan la atención requerida por las organizaciones, los clubes. “En la NBA tienes profesionales para ayudarte en muchas áreas. Entrenadores, asistentes, nutricionistas, pero nadie podía ayudarme cuando estaba tirado en el suelo intentando respirar”. Tenemos la tendencia a pensar que los problemas de salud mental son cosa de los demás. “Sé fuerte, no hables de tus sentimientos, ocúpate de tus cosas”. Estas son frases con las que muchos crecimos y que justifican nuestro silencio. El reconocimiento de estas enfermedades en boca de un profesional es la excepción. Señalan, acusan, estigmatizan a una persona, a un deportista, y lo hacen parecer débil y no apto para competir.

De la misma manera creo en los problemas de salud mental de los grupos. La derrota merma la confianza y eso se transmite al grupo. ¿Cómo explicar la dificultad de nuestro equipo para ganar en casa? Los que los ven dicen que los entrenamientos son buenísimos y no se explican por qué ese trabajo no se ve en el partido. Sigo creyendo en el potencial del grupo y espero que podamos jugar el play off. Pero no quiero héroes. Quiero jugadores sanos, motivados, competitivos y equilibrados. Las victorias llegarán de la mano de la confianza y la confianza volverá al Barris Nord de la mano del equilibrio. Que así sea.

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