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Marc Nierga, que entró en la segunda parte, intenta irse de un defensor del Formentera.

Marc Nierga, que entró en la segunda parte, intenta irse de un defensor del Formentera.AMADO FORROLLA

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Bueno, sí que vamos. A repetir plaza la próxima temporada en el grupo tercero de la Segunda División B. Pero eso no es lo que queremos. Nadie. ¿A ver si va a resultar que nos persigue el mismo mal fario que al Espanyol, el equipo de Barcelona que juega en Cornellà? En cuanto ganaba un par de partidos y se acercaba –ahora ya no, ya lo ha dejado por im posible–, a las plazas europeas, venía el inevitable batacazo.

El Lleida ha sufrido del mismo mal. En cuanto se colocó a tiro, se anunció que el objetivo era el play off y que el resto de aspirantes eran los que tenían de asustarse con el calendario, porque quién llegaba era el Esportiu. Pero por lo visto no se han asustado y a los de Albadalejo parece que les ha podido la presión. Una victoria y tres derrotas en los últimos cuatro partidos. Y la última, la de ayer, por enésima vez en un desértico Camp d’Esports, tal vez es la más dolorosa. Primero porque, sobre el papel, era el rival más asequible –que ya se ha visto que no es lo mismo que fácil–, que le quedaba a los azules en la recta final del calendario y, segundo, porque el Lleida ya no depende de sí mismo, cosa que sí ocurría ganando al Formentera.

Ya no hay cojín. Ya no queda margen de error. Hay que ganar, ganar y volver a ganar y que el resto de aspirantes tropiecen. Y solo sus errores marcarán si los de Albadalejo pueden o no dejarse algun punto más por el camino. O sea, que está difícil, sí, pero no es imposible ni improbable. Ahora eso sí, hay que mejorar y mucho. Sobre todo en el aspecto mental, que me da la sensación de que es donde flaquea el equipo.

No suelo ser corporativista pero coincido plenamente con una contracronica del compañero, y sin embargo amigo, José Carlos Monge, cuando aseguraba que, efectivamente, el Lleida tenía todas las opciones matemáticas en la mano –ahora ya no tantas– para jugar el play off, pero las sensaciones que transmitía el equipo no eran buenas. Y eso es en donde hay que cambiar. Hay que ser más fuertes mentalmente que el rival. Ese sí sería el camino que lleva a la meta.

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