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El canterano Alpha debutó ayer en Segunda B con el Lleida.

El canterano Alpha debutó ayer en Segunda B con el Lleida.AMADO FORROLLA

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En algún momento, saber trabajar bajo presión se convirtió en una cualidad para buscar un empleo. Es una condición que valoran, o sobrevaloran, algunos gestores de recursos humanos. Al tratarse de una teoría, también existe la que defiende lo contrario, que las personas trabajan mejor y obtienen mejores resultados si la presión que se ejerce sobre ellas no va más allá de la estrictamente necesaria. Sería cuestión de ver qué empresas tienen una cuenta de resultados mas envidiable, si las que aplican la primera teoría o las de la segunda.

Lógicamente, hay que saber trabajar bajo presión y ofrecer el máximo rendimiento sean cuales sean las circunstancias. Saber superar la sobrecarga de tareas, la necesidad de ejecutarlas rápidamente o los inminentes plazos de entrega para cada etapa de un proyecto generan presión. Sin duda eso tiene un valor. Como también lo tiene saber aplicar la presión justa. Alguien dijo que la presión es como una cuerda, si hay poca no sirve porque queda fláccida pero si hay demasiada, tampoco sirve porque la cuerda se rompe.

El Lleida tuvo ayer un excelente inicio en la Liga, con una victoria de mérito ante un rival potente y en cincustancias adversas, tras sufrir una expulsión en la segunda mitad. Con la victoria, Gerard Albadalejo se quitó mucha presión de encima. El técnico está sometido esta temporada a una enorme presión. El club le exije el play off y el ascenso y no admitirá otro resultado que no sea ese. Han puesto en sus manos una plantilla que debe ser suficientemente solvente como para poder conseguirlo. Albadalejo es hoy mucho mejor entrenador de lo que era la pasada temporada. Hay sitios en los que se aprende en un día lo que en otros se tarda una semana. El Lleida es así. Hay que aprender rápido.

El técnico está ante una segunda oportunidad en la que solo vale conseguir el objetivo. Por lo visto ayer, el equipo gustó y por lógica debe ir a más. Ahora falta que la afición regrese al Camp d’Esports. Eso también es presión pero esa ya no le corresponde a Gerard Albadalejo.

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