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La afición del Lleida disfrutó con una nueva victoria del equipo que sigue firme en puestos de play off.

La afición del Lleida disfrutó con una nueva victoria del equipo que sigue firme en puestos de play off.JORDI ECHEVARRIA

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En un pasaje de la novela “La Tournée de Dios”, el maestro Enrique Jardiel Poncela cuenta que en la ficticia visita que Dios hace a la Tierra, y más concretamente a la capital de España, el Supremo Hacedor se entusiasma con el fútbol y con el Madrid, del que luce insignia en su guardapolvo ( la acción se desarrolla a principios de los años 30) del que se hace protector haciéndole encadenar victoria tras victoria mientras su máximo rival, entonces el Bilbao, no ganaba ni un partido. “Está dejado de la mano de Dios”, decían sus incondicionales y el escritor apostilla, “y era verdad”. En el Camp d’Esports no pasó esto, evidentemente, pero sí que resultó inusual la presencia del actual obispo de Lleida, Salvador Giménez Valls en el palco del estadio. No sabemos si monseñor es seguidor del Lleida pero es indudable que ayer, cuando menos, tuvo el corazón dividido. Por un lado, el Lleida, el club de su actual ciudad y por otro el de su ciduad de nacimiento (Muro de Alcoy, 1948) y, según parece, durante su etapa como responsable de la Parroquia de San Mauro y San Francisco de la localidad alcoyana llegó a ejercer como capellán del club. Ganó el Lleida, pero el Alcoyano tuvo un penalti a favor que no lo supo aprovechar. Al menos, en este aspecto, quedó equilibrada la cosa con lo caras que resultan de señalar las penas máximas teniendo en cuenta, adsemás, que en Segunda B no hay VAR que valga.Anécdotas al margen, y deseando que el obispo de Lleida, disfrutase del espectáculo lo suficiente para volver en posteriores partidos, lo cierto es que, los tres puntos al margen, lo más interesante del partido volvió a estar en la sala de prensa. Gerard Albadalejo nos está descubriendo una faceta, que nos era completamente desconocida y que es muy poco habitual en muchos de sus colegas: la autocrítica. Si ya sorprendió su reacción tras la derrota ante el Hércules, la primera y única hasta el momento, ayer volvió a advertir que los árboles de la victoria no deben impedir ver el bosque de las cosas que no se hicieron bien. Su solución es obvia: trabajo y más trabajo.

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