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Calavera pugna con un rival en una acción del partido de ayer.

Calavera pugna con un rival en una acción del partido de ayer.CARLES MIRANDA

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El Lleida arrancó ayer un empate en Ejea de los Caballeros, en un partido que finalizó con un guarismo propio de otras épocas, 4-4. Ocho goles en un partido no se ven cada día. Y el gran protagonista del encuentro fue un delantero leridano, autor de tres de los goles de su equipo. Pero Adrià De Mesa no juega en el Lleida. Lo hace en el Ejea. Adrià De Mesa Garrido (Lleida, 11-5-1991) es un producto de la inagotable cantera leridana y un ejemplo más de futbolista que tiene que buscarse la vida fuera de Lleida.

Lleida dispone de buenas instalaciones en las diferentes comarcas. Y de clubes que trabajan bien el fútbol formativo. Pero hay más jugadores que salidas deportivas para ellos una vez que llegan a la edad sénior. Un equipo en Segunda B y ninguno en Tercera no ayuda a dar ese paso que necesitan para asentarse en el fútbol profesional. Adrià, formado en el fútbol base del Lleida, pasó por el Zaragoza Juvenil, por el Hércules, el Balaguer, el Monzón... Incluso probó fortuna en Hungría. A sus 27 años, el Ejea le ha dado esta temporada la oportunidad de demostrar su valía en Segunda B. Y se destapó con tres goles ante el equipo de su ciudad. Hasta ayer había firmado uno de los seis goles que había marcado su equipo.

Curiosamente, en el once inicial del Lleida, ayer había solamente un jugador formado en la cantera leridana: Noel Carbonell.

A los futbolistas leridanos les cuesta hacerse un hueco. A veces pueden alegar que no les dan suficientes oportunidades, pero también son unos cuantos los que no las saben aprovechar. Es verdad que parece que por ser de la casa tienes que demostrar más que el resto y, además, cobrando mucho menos. Ser de la casa, ciertamente, no suele dar ninguna ventaja. Al mínimo tropezón, hay un puñado de jugadores esperando ocupar su sitio.

Pero futbolistas como De Mesa demuestran que los canteranos merecen oportunidades. Pere Milla, Jesús Imaz, Òscar Rubio y unos cuantos más, han llegado a la élite. Mantenerse, desde luego, ya es otra cosa.

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