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Xemi controla un balón en una acción del partido que se jugó ayer en el campo del Ebro.

Xemi controla un balón en una acción del partido que se jugó ayer en el campo del Ebro.CARLES MIRANDA

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El escritor estadounidense William Arthur Ward dijo que “El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas”. Como todas las frases, cada cual la puede utilizar como mejor le convenga, algo que, aplicado al fútbol le va como anillo al dedo. Porque si en alguna actividad una misma cosa puede verse de forma optimista y pesimista a la vez, es en el fútbol.

¿Es bueno o malo el empate de ayer? ¿Hay motivos para ser optimista tras este mal inicio de año o los hay para la preocupación? Desde luego, en el club están preocupados. La velocidad de crucero que llevaba el equipo se ha visto frenada de golpe con la llegada del 2019. Cuatro partidos sin ganar. Dos puntos sumados de 12 posibles.De ser líderes en solitario y de tener un cómodo colchón sobre la quinta posición, el equipo ha pasado a ser cuarto, con los mismos puntos que el quinto. ¿Es eso suficiente motivo para ser pesimista?

Es cierto que se han disputado 22 jornadas y que quedan todavía 16 por jugarse. O sea que, un optimista, dirá que todavía queda mucha Liga, que esto es un camino muy largo, que lo importantes es estar en play off en la jornada 38... bla, bla, bla. Un pesimista verá que, con esta renta perdida, se ha tirado una ventaja que puede acabar pagándose caro. Un realista dira que más vale que el equipo reaccione ya, antes de que sea demasiado tarde. Y, siguiendo con la frase de William Arthur Ward, el mejor consejo que se me ocurre para Gerard Albadalejo es que ajuste las velas cuanto antes. Porque en el Lleida, lo que no suele faltar es viento tormentoso cuando las cosas no van como la dirección del club espera.

El club ha hecho un esfuerzo para tener una plantilla competitiva, con el único objetivo de subir a Segunda división A. Aún se está a tiempo de todo, pero los signos de los últimos partidos son preocupantes. Los resultados se resisten. Y un entrenador debe tener claro otra máxima del fútbol: Lo que le sostiene, siempre son los resultados. Y el presidente, claro.

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