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Tano intenta despejar el balón ante el jugador del Teruel, Peñaloza.

Tano intenta despejar el balón ante el jugador del Teruel, Peñaloza.CARLES MIRANDA

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Ahora puede parecer que escribimos a toro pasado pero lo del cese de Albadalejo se veía venir. Solo el tiempo dirá si la decisión de Albert Esteve ha sido acertada o no. Una decisión histórica, la verdad, porque es la primera que un entrenador del Lleida Esportiu no acaba la temporada. El recordado Emili Vicente, Toni Seligrat, Imanol Idiakez o Gustavo Siviero, simplemente no renovaron sus contratos.

Lo que resulta evidente es que en la espiral de malos resultados en la que había entrado el equipo había que hacer algo para no perder el tren del play off y después de haberle dado un buen meneo a la plantilla que da la sensación de que no ofrece todas las prestaciones que, sobre el papel, parece tener. Bastaba con leer, y ni tan suiera entre líneas, las declaraciones de unos y otros para comprender que Albert Esteve y Gerard Albadalejo iban en direcciones destintas aunque pretendiese llegar al mismo punto. Desde el club se hablaba de ambición máxima y desde ya (o desde ayer mejor dicho) mientras que desde el cuerpo técnico se recurría al manido tópico de ir paso a paso, partido a partido y que lo importante es estar en el play off en la jornada 38.

Con estos mismos razonamientos Albadalejo, en el ejercicio anterior, perdió el play off y eso estuvo a punto de costarle el puesto en la pretemporada porque no parecía, la suya, la primera o la segunda opción del club aunque acabase finalmente en el banquillo. Quizá Albadalejo hubiese hecho bien en leer “El Criticón” , insigne alegoría de la vida humana, escrita por el jesuita aragonés Baltasar Gracián (1601-1658), especialmente aquel párrafo que dice aquello de “Advierte Andrenio que andamos ya entre enemigos, ya es tiempo de abrir los ojos, ya es menester vivir alerta”. Seguramente no lo hizo y ahora ha tenido que escuchar aquella otra proclama shakesperiana, la de Bruto ante el pueblo romano tras darle puerta a Julio César. “No maté a Cesar porque le quisiera menos, sino porque quería a Roma más”. En suma punto y final a una etapa. Ahora comienza otra.

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