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Todos los campos de fútbol tienen su grada de influencia, que normalmente nunca es la tribuna. El Camp d’Esports también tiene la suya y está ubicada en el Gol Nord. De hecho siempre lo ha sido, incluso antes de los añorados Xuts. Ella es la que marca el ritmo y hace saber al resto su estado de ánimo: eufórico, esperanzado, desasosegado o cabreado. Basta con ver su escenografía: pancartas de “És Un Sentiment”, “Blues Nord” o la resucitada “Molo Esportiu” junto a otras pancartas exigiendo democracia, la independencia de Catalunya o la libertad de los presos políticos. Llevan dos años ahí y ninguna Junta Electoral ha dicho ni mú. El termómetro del Gol Nord indica claramente quién, ahora mismo, es el líder del Lleida Esportiu: su entrenador. Pocas veces se ha oído corear a lo largo del encuentro, su nombre, como ahora. También, independientemente, de los tradicionales cánticos en el minuto 17 de cada parte, ante el Prat, el Gol Nord dedicó los últimos minutos a pedir voz en grito la libertad de los políticos encarcelados y a entonar els Segadors y hasta el Virolai para lanzar vivas a Catalunya en vísperas de hacerse pública la sentencia del Procés. Eso sí, lo que no perdonan, es ese palmeo “made in Islandia” compartido con los jugadores y ese pasamanos que comienza en la lateral, pasa por el Gol Nord y acaba en el tunel de vestuarios. El termómetro marca euforia y no suele equivocarse nunca. O, al menos, eso esperamos.

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