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La derrota de ayer en Sabadell es un cúmulo de adversidades. Jugar apenas 48 horas después de un exigente partido de Copa ante un Primera como el Espanyol, es mucho castigo para una plantilla corta y afectada por numerosas lesiones. Recibir un penalti a los tres minutos, acompañado de una expulsión, es un golpe duro para un equipo que anímicamente no está en su mejor momento. Y un segundo penalti 20 minutos más tarde ya es un impacto demoledor. Minuto 25 en el campo del líder, 2-0 y jugando con diez.

Pero la adversidad también es un síntoma de que, como dijo Molo hace unos días, “alguna cosa no estamos haciendo bien”. Y los números, que nunca engañan, así lo ratifican. El Lleida se despide del 2019 habiendo ganado solo un partido de los últimos nueve jugados; encadenando seis encuentros sin ganar, en los que únicamente ha sumado 2 puntos de los 18 posibles. Y además sufre una seria crisis con el gol. Acumula 506 minutos sin ver puerta. Un equipo que llegó a ser líder y que parecía lanzado al play off, ve ahora con preocupación como la cabeza de la tabla está cada vez más lejos.

El Lleida se va de vacaciones tras firmar un fin de año para olvidar. Además de reflexionar y encontrar las soluciones para resolver los problemas del equipo, es probable que haya que recurrir al mercado de invierno. El objetivo de cada temporada es el play off y ahora el equipo no va en esa dirección. El 4 de enero hay que reaccionar.

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