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Mike Buchanan intenta hacerse espacio ante Jorge Bilbao.

Mike Buchanan intenta hacerse espacio ante Jorge Bilbao.POL PUERTAS

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La visita del HLA Alicante al Barris Nord en las postrimerías de 2020 ha venido a cerrar un año nefasto en la salud, horribilis en lo económico y muy discreto en lo deportivo. Con nuestro pabellón cerrado al público por la pandemia de Covid y los aficionados pendientes de la televisión, tenemos que despedir un año para olvidar.El Covid lo ha arrastrado todo y de qué manera. No ha dejado nada por el camino. Se ha llevado vidas, proyectos y muchas ilusiones y nos ha dejado tristeza, aburrimiento y crisis.Esta última ha sido de todo tipo: social, política, económica y cultural. El baloncesto no podía estar al margen de tan extraña situación y está viviendo uno de los momentos más delicados de su historia reciente.

Los jugadores de baloncesto tienen que superarse a sí mismos en los encuentros sin el aliento y calor del público. El entrenador está dentro de su propia burbuja dirigiendo como si fuera un entreno semanal y el público delante de la televisión y escuchando la radio, tratando de dar ánimos vía telemática. Está claro que ya no solo podemos hablar de teletrabajo, porque 2021 nos traerá telebásquet hasta el final de la temporada.

Ayer, ante los ahora líderes del grupo B de la LEB Oro, quedó en evidencia una diferencia abismal entre las dos plantillas, con un Alicante magistralmente dirigido por un veterano de 38 años como es Pedro Llompart y un Força Lleida que nunca pudo recortar diferencias. En el equipo de Aranzana, veteranos de la casa como Marcuc Vinicius y el capitán Miki Feliu sobresalieron entre los demás jugadores de la plantilla. La falta de acierto en el lanzamiento exterior y la insuficiencia en defensa fueron claves en la derrota frente a los alicantinos. Por cierto, todavía estamos esperando la calidad contastada de Vecvagars y Bulic. Feliz telebásquet 2021.

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