SEGRE

LA CONTRACRÓNICA

Lleida, el oasis de fin de campaña

Los candidatos estuvieron muy comedidos en el debate del Grup SEGRE, quizá para captar los votos indecisos || Las propuestas tuvieron clave local, obviando los “puntos calientes” catalanes

El director de SEGRE, Santiago Costa, saluda al estilo Covid a la candidata de Esquerra Marta Vilalta.

El director de SEGRE, Santiago Costa, saluda al estilo Covid a la candidata de Esquerra Marta Vilalta.ITMAR FABREGAT

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Ni palabras altisonantes, ni ataques vehementes, ni demasiadas acusaciones cruzadas. Así se desarrolló el debate del Grup SEGRE con que tradicionalmente terminan las campañas electorales en Ponent.

Al ser esta contienda tan “original” a causa de todo lo que ha comportado y comporta la pandemia, esta última cita también debía ser diferente. En primer lugar, la escenografía, espectacular en la Llotja de Lleida, se adaptó a las distancias que marcan las normas sanitarias en una ocasión con más candidatos que nunca: ocho.

Asimismo fue necesario limitar su séquito y ubicarlo en un espacio diferente. Mientras los protagonistas ocupaban sus sillones (agradecieron todos poder estar sentados) en el escenario central de la sala Ricard Viñes, los asistentes pudieron seguir el debate desde la Leandre Cristòfol, siempre respetando los topos verdes que marcaban qué asientos se podían utilizar para mantener las distancias.

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El debate empezó bajo la batuta de un firme e impetuoso Santi Roig, subdirector de Lleida TV, quien, por suerte para él, no tuvo que desgañitarse para poner paz entre los contrincantes. Desde los primeros compases del debate ya se vio que el enfoque “leridano” ganaba protagonismo, eludiendo los greatest hits del final de campaña a nivel nacional, como el pacto anti-PSC firmado por los independentistas o las “no” pruebas de Covid del exministro de Sanidad y candidato socialista Salvador Illa.

Los ocho cabezas de lista ocuparon el escenario de la Llotja y su séquito siguió el debate desde otra sala

Abrió el “fuego” el número 1 de Junts per Catalunya, Ramon Tremosa, quien recalcó en más de una ocasión su condición de conseller de Empresa. Al estilo de un profesor de economía, desgranó una retahíla de datos macroeconómicos. Por su parte, el cabeza de lista del Partit Demòcrata, Marc Solsona, fue quizá el que más casero se mostró. Además de utilizar en más de una ocasión el muy leridano natres y agradecer a Lleida TV su papel de “servicio público”, dejó claro su “orgullo” de ser leridano alabando a los alcaldes del Baix Segre durante el verano con la pandemia.

Después le llegó el turno a Jorge Soler, de Ciutadans. Se notó su bagaje tanto en política como en su faceta de sanitario y lanzó una propuesta más que clara para este sector, tan castigado por la pandemia: Un mes de paga extra más y otro mes de vacaciones.

Marta Vilalta, número 1 de Esquerra, presumió de la gestión del departamento de Salud con el nuevo edificio adyacente al Arnau a la vez que recriminó a los socialistas que Illa abandonara el ministerio “y nosotros no”. Fue de las pocas que levantó la voz con un ostentoso Valga’m Déu! que no pasó de allí.

También la otra candidata, la veterana Marisa Xandri, del PP, fue vehemente para cargar contra los Gobiernos de aquí y de allí, tanto por la gestión de la pandemia a nivel sanitario y económico como por el procés. Por su parte, el socialista Òscar Ordeig, conciliador, defendió a Illa al frente del ministerio como aval para presidir la Generalitat y pidió el voto para acabar con “10 años perdidos”.

Un hiperactivo Pau Juvillà, de la CUP, aprovechó sus diferentes intervenciones, por cierto a una velocidad endiablada, para reclamar tanto el aborto para las leridanas, como un aumento del presupuesto de cultura o la marcha de los militares de Tremp. Por su parte, Jaume Moya, de En Comú Podem, se “rebeló” contra Santi Roig y, en vez de pedir solo mejoras en residencias, reclamó el “derecho a decidir” para pasar la vejez en viviendas públicas adaptadas.

En resumen, un debate de guante blanco que acabó con una amical sesión de fotos en la terraza de la Llotja.

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