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Jugadores del Lleida felicitan a Marc Martínez tras marcar el gol que dio la victoria al equipo.

Jugadores del Lleida felicitan a Marc Martínez tras marcar el gol que dio la victoria al equipo.CAERLES MIRANDA

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El Lleida ganó ayer en Cornellà y su entrenador, Manuel Jesús Casas “Molo”, pudo hablar después del partido para dar las explicaciones que le parecieran oportunas, algo que no pudo hacer tras la derrota ante el Espanyol B en la jornada anterior porque el presidente, Albert Esteve, no lo permitió. Molo regresó el sábado a la sala de prensa del Camp d’Esports, en la previa del partido de ayer y, sabiendo que las preguntas girarían en torno al insólito episodio del fin de semana anterior, optó por ser conciliador, minimizar el hecho y darle la menor importancia posible. Hombre de carácter, optó por una postura sensata; morderse la lengua, lo cual es también un arte.

Ignoro si Molo es seguidor del gran humorista gráfico e historietista argentino Joaquín Salvador Lavado, como él, más conocido por su apodo, Quino, creador del popular personaje Mafalda. Quino, fallecido en septiembre de 2020, decía que “no es necesario decir todo lo que se piensa, lo que sí es necesario es pensar todo lo que se dice”.

El sábado Molo aplicó el sentido común y siguió el consejo de Quino. Tiene toda la lógica. Un entrenador sabe que está en el lado débil de la cuerda y que, más que de un presidente o de un director deportivo, su futuro depende de los resultados. Y en vísperas de un partido tan importante como el de ayer, Molo sabía que no le ayudaría en nada avivar el conflicto. Dice el refranero que la ropa sucia debe lavarse en casa y el entrenador admitió que es de esta manera como a él le gusta resolver las cosas.

En su comparecencia del sábado, Molo apeló también a que Albert Esteve es su jefe, y que si el jefe da una orden, él y todos los subordinados del mundo, deben acatarla. Hombre, aquí debemos discrepar. De entrada, las órdenes no pueden ir en contra de los derechos de las personas y, por supuesto, la sociedad, afortunadamente, no se rige por una jerarquía militarizada. Otra cosa es que, en una sociedad como la catalana, cada vez tengamos menos derechos.

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