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El Lleida empezó ayer con muy buen pie la segunda fase de la Liga. Logró una victoria de mérito (1-0) ante otro rival histórico, el Hércules, con lo que se mantiene firme en el objetivo de meterse, la próxima temporada, en la nueva Primera RFEF. Se trata de un premio de consolación que, en el fondo, no es tan menor como pueda parecer. Esta nueva categoría será la equivalente a la actual Segunda B, con el valor añadido de que solo habrá dos grupos de 20 equipos, en lugar de cuatro de 20 como hasta ahora. Será una Liga más profesionalizada. No estar en ella es peor, ya que supone bajar una o dos categorías y eso sí sería un desastre.

Es evidente que el objetivo al comienzo de temporada era la clasificación para el play off de ascenso a Segunda A y que, al no acabar la primera fase entre los tres primeros, eso ya no es posible. Estar en la Primera RFEF es el segundo premio, pero tampoco va a ser fácil estar ahí.

Molo lo explicó el sábado con una simple cuestión numérica. De los 102 equipos que compiten esta temporada en la Segunda B, solo 36 estarán en esta nueva Liga. No caben más.

El caso es que en la situción del Lleida se encuentran equipos que tienen en su historia muchos años en Primera división. Lo que podría definirse como “grandes venidos a menos”. Mirando los cinco grupos que están luchando ahora por las plazas que quedarán vacantes en la Primera RFEF, se encuentran nombres como Deportivo de La Coruña, Numancia, Compostela, Racing de Santander, Córdoba, Murcia, Mérida o los propios Lleida y Hércules. Está por ver si todos ellos consiguen meterse en la nueva Liga.

Quienes ya es seguro que no estarán ahí son otros históricos como el Recreativo de Huelva, el decano del fútbol español, o el Marbella, que como mucho estarán en la Segunda RFEF, una competición que, la próxima temporada será la cuarta categoría del fútbol estatal.

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