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Raúl González disputa un balón con Michele Diana, exjugador del Lleida y ahora en el filial del Levante.

Raúl González disputa un balón con Michele Diana, exjugador del Lleida y ahora en el filial del Levante.JORDI ECHEVARRÍA

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El Lleida Esportiu solo pudo empatar sin goles ante el filial del Levante con un fútbol ramplón y previsible, y prosigue su camino en este Via Crucis en que se ha convertido la fase intermedia que da como premio quedarse en el mismo escalón de categoría en el que ya se está. Eso sí con el nombre tan “imaginativo” de Primera RFEF como es el logo simplón que ha elegido la Federación Española para sustituir al anterior inspirado en la obra del pintor Joan Miró.

Acceder a la Primera RFEF es ahora mismo el objetivo innegociable, el mal menor para un Lleida que de no conseguir acabar esta fase entre los dos primeros caería a la Segunda RFEF, la que será la nueva cuarta categoría del fútbol español. Es decir, hablar de Primera y de Segunda RFEF sería como aquel viejo y casi absurdo chiste que hacía elegir entre ‘susto o muerte’.

Ojalá no sea así, pero si la Primera RFEF despierta no pocas dudas, la Segunda RFEF puede ser la ruina..

Y es que la categoría que se ‘vendió’ como la nueva Segunda B Pro tendrá poco de profesional. La RFEF trabaja en la venta conjunta de los derechos de televisión y también de los derechos de marketing de la futura Liga que llevaría un nombre comercial al estilo de las dos categorías profesionales que esponsoriza una entidad bancaria.

El objetivo es lograr un contrato que rondaría los 12 millones de euros, lo que supondría que cada equipo recibiría aproximadamente unos 300.000 euros. Pero entre las exigencias económicas se fijará un aval mínimo de 200.000 euros, que será mayor en función del presupuesto.

También habrá que estar al corriente con Hacienda y Seguridad Social, aunque se dejará un año de carencia para ponerse al día o llegar a acuerdos. .

Incluso planea la sombra alargada de los clubes grandes de Primera División en una categoría que puede llenarse de filiales. Más aún si cabe que ahora porque cada plantilla de 23 licencias (24 en el caso de tener un tercer portero) deberá tener un mínimo de 8 sub-23, dos más que en la actual Segunda B.

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