cuesta imaginar a Pedro Sánchez de nuevo al frente del PSOE, sobre todo después de la entrevista que concedió el domingo a Jordi Évole en La Sexta. Si tiene razón Sánchez y los poderosos que lo expulsaron del poder siguen siendo tan poderosos, jamás permitirán recuperar el poder a alguien que no respeta las conversaciones secretas y que anuncia por adelantado una cruzada contra eso que ahora se denomina el “Ibex 35”. Además, si el gran peligro a conjurar, por parte de esas fuerzas oscuras, es la unión de las izquierdas y Sánchez anuncia una coalición con Podemos, todos los poderes del capitalismo se aliarían para evitarlo, según esa teoría de la conspiración desvelada por exlíder del PSOE y que, reconozcámoslo, sonaba más a una pataleta de perdedor que al verdadero argumento de su derrota. Que han existido presiones para desencallar una situación inédita en la historia reciente de España es más que seguro. Ahora bien, los miembros del comité federal del PSOE cambiaron de opinión respecto a su líder por razones políticas muy discutibles, pero no porque fueran llamados a capítulo por el presidente de Telefónica. Si no hubo gobierno con Podemos en el intento de investidura de Sánchez fue porque el partido de Iglesias se negó a compartir Ejecutivo con Ciudadanos, no por indicaciones del Santander. Igual que explicitó su negativa a pactar con los independentistas catalanes. Y, por si fuera poco, alguien intenta evitar desde el aparato del PSOE que los socialistas catalanes puedan votar en ese congreso en el que volvería a presentarse Pedro Sánchez.