Hacer el ridículo

La Fiscalía General del Estado pretende, si se confirma la querella por las urnas, cubrir de ridículo al Gobierno español y a la propia institución de la fiscalía, ya bastante golpeada en su prestigio en las últimas semanas por las filtraciones sobre las preferencias que presuntos corruptos expresaban a favor del nombramiento del fiscal anticorrupción.

Presentar una demanda contra la consellera y el secretario general de Gobernación por convocar un concurso para la adquisición de urnas electorales es algo que no tiene igual en el mundo, ni parece que vaya a prosperar en ningún juzgado ya que la Generalitat tiene competencias en materia electoral y no es la única comunidad autónoma que las ha adquirido para no depender del ministerio del Interior. Es más, la verdadera anomalía era que el Govern aún no tuviera, después de 37 años, sus propias urnas para celebrar los comicios catalanes con plena autonomía.

Otra cosa son las intenciones que oculta el Govern tras la adquisición de las urnas y a nadie se le escapa que es un paso más en el pulso con el Estado para forzar la celebración del referéndum. Lo que no puede hacer un Estado democrático ni en el más inquietante de los momentos políticos es juzgar las intenciones de las personas y forzar la presentación de querellas contra quien ejerce libremente las competencias que le atribuye la ley.

El prestigio de las instituciones y la confianza de los ciudadanos en ellas está en juego y son más importantes que las tácticas políticas de obstrucción que unos y otros ejercen desde hace meses.