Steven spielberg es uno de esos directores –quizás el único– capaz de revisitar los grandes asuntos de la historia (primera guerra mundial, segunda, esclavismo, Holocausto, etc.) siempre desde una perspectiva nueva, original y atractiva para el espectador. Es entretenido y profundo a la vez. Sabe que trabaja para entretener al espectador pero ello no significa que haga ni una sola concesión a la chabacanería o a la superficialidad. En Los papeles del Pentágono hay un homenaje claro a Todos los hombres del presidente de Alan J. Pakula, como si se tratara de una precuela el film protagonizado por Robert Redford y Dustin Hoffman. Pudiera parecer que de nuevo el tema es el periodismo, la valentía de afrontar el derecho y la obligación de informar a los ciudadanos a pesar de las presiones del poder. Y en parte es cierto, pero existe una derivada, una mirada nueva que conviene tener en cuenta porque en ella consiste la gran novedad de esta película: la mirada femenina, las dificultades con que se enfrentaba una mujer, a finales de los 60, para dirigir una empresa, para tomar decisiones y para ser tomada en serio por sus colegas masculinos.
De ello habla Ben Bradlee en sus memorias La vida de un periodista: “Ninguno de nosotros entendió verdaderamente la importancia que su decisión –de Katherine Graham– de publicar los documentos del Pentágono tuvo en la creación del nuevo Washington Post. Yo desde luego no lo entendí.” Por eso la película va mucho más de feminismo y de cómo las mujeres han roto el techo de cristal que de libertad de prensa.
