Aparecen las primeras encuestas sobre intención de voto tras la moción de censura y ya podemos comprobar hasta qué punto el ejercicio del poder cohesiona a un partido y le da un vigor especial. El barómetro electoral del diario ABC anuncia que los socialistas serían la primera fuerza en la preferencia de los ciudadanos, con 118 diputados (hasta ahora estaba el cuarto en la preferencia electoral), mientras que la segunda posición se la disputan el PP, con 101 y Ciudadanos con 70. Más lejos quedaría Podemos, el gran damnificado de la operación política con sólo 34 diputados en unas eventuales elecciones generales.
Ese ha sido el efecto de la moción de censura que descoloca a los dos representantes de la denominada “nueva política” y vuelve a poner el foco en el enfrentamiento entre el PSOE y el Partido Popular, que por cierto está inmerso en un proceso de renovación, tras la dimisión de Mariano Rajoy, que puede condicionar en gran medida la percepción de los electores respecto del que hasta ahora ha sido el líder incontestable del centroderecha pero que se ha visto muy afectado por la sentencia del caso Gürtel después de años en que parecía que los casos de corrupción apenas afectaban al liderazgo popular.
Como ocurre en todos los ámbitos de la vida, llega un momento en que una gota, un pequeño acontecimiento, desborda el vaso de la paciencia de los ciudadanos y da al traste con los proyectos de perennidad de Mariano Rajoy. Deberá ser su paisano Alberto Núñez Feijóo quien recomponga la maltrecha imagen del partido de la derecha española.