Vivimos tiempos difíciles a causa de toda una serie de razones entre las que la prisión contra dirigentes independentistas y el inminente juicio por rebelión es sin duda la parte más relevante, aunque conviene no olvidar que venimos de una declaración unilateral de independencia que el president Puigdemont no se atrevió a hacer efectiva y que ni siquiera se llegó a publicar en el Diari Oficial de la Generalitat. Ayer, en una entrevista en RAC1, el president Torra no desmintió la posibilidad de una declaración unilateral de independencia en el caso de que la sentencia contra los dirigentes sea condenatoria. Puede entenderse como una advertencia –o una coacción– al Tribunal Supremo y no parece que en el momento actual sea lo más conveniente, tanto por el efecto que puede tener en algunos magistrados, convencidos quizás de que el riesgo de “rebelión” sigue existiendo, tanto por la opinión pública internacional, a la que no hará mucha gracia que un poder ejecutivo presione al judicial para lograr determinados objetivos. Es verdad que cuesta comprender que exista una causa abierta por rebelión y que resulta injusto mantener en prisión provisional a los acusados; a estos y a otros como el expresidente del Barça, Sandro Rosell, que ni siquiera sabe con exactitud de qué delitos se le acusa.
El caso es que Torra parece haber centrado todos sus esfuerzos en una sola causa, la república a cualquier precio, y para eso ni siquiera cuenta con el apoyo de la totalidad del Gobierno que preside, ya que ERC ha decidido dar un giro realista a su acción política.