Quienes afirman, desde el independentismo, que existen serias dudas sobre la independencia de los tribunales y la imparcialidad de los jueces han tenido un respaldo extraordinario por parte, nada menos, que de un fiscal de la Audiencia Nacional que justificó la permanencia en la Audiencia Nacional del caso contra el mayor Trapero y otros altos cargos de Interior porque en Catalunya no existe el clima de serenidad que permita una actuación imparcial por parte de los jueces. Estarán contentos los magistrados del Tribunal Superior de Catalunya, de las Audiencias provinciales y de todos los juzgados porque se ponga en duda de una forma tan grosera su capacidad para impartir justicia y su valentía para afrontar que algún radical lance mierda contra las puertas de un juzgado. Quizás piense el fiscal Rubira que su serenidad y su imparcialidad –y la de los jueces de la Audiencia Nacional– están igual de comprometidas por la presión de un ambiente insoportable que se vive en Madrid y que va desde banderas españolas colgando en los balcones hasta declaraciones constantes de los partidos de la derecha a editoriales y artículos revanchistas de los medios más vengativos y recalcitrantes. Quizás esté al margen de las presiones de los tertulianos de Ana Rosa como en Catalunya presionan los tertulianos de Lídia Heredia, aunque hay que decir que gritan más y dan más miedo los Indas de turno. En fin, que la serenidad va por barrios y cada uno sabrá si se siente lo bastante sereno para afrontar con profesionalidad un juicio con una gran repercusión.