Todas las imágenes y contenidos de SEGRE.com tiene derechos y no se permite su reproducción y/o copia sin autorización expresa.
© El director de cine Steven Spielberg.
EFE/ArchivoTodas las imágenes y contenidos de SEGRE.com tiene derechos y no se permite su reproducción y/o copia sin autorización expresa.
© Juan Cal
Habida cuenta de que ahora los debates se sustancian en Twitter, donde la extensión y los argumentos prolijos están proscritos, cuesta conocer en profundidad los argumentos de fondo, pero tenemos un titular: Steven Spielberg, uno de los mayores genios de la industria del cine, uno de los directores capaces de convertir una película, al mismo tiempo, en una obra de arte y en un gran negocio, niega que Netflix forme parte de esa industria de los sueños. Lo suyo es otra cosa, viene a decir, se llama streaming y no tiene nada, o muy poco que ver con ese otro trabajo artesano, artístico y delicado que se elabora en los platós de las productoras cinematográficas. La pretensión de Spielberg es evitar que Netflix u otras productoras puedan concurrir a los premios Oscar u otros que se entregan a las producciones cinematográficas. Tendrán que inventarse concursos diferentes. Lástima que en el sector de la información no haya habido un Spielberg dispuesto a establecer diferencias, que las hay, entre el negocio de la información rigurosa, contrastada y bien elaborada, con ese otro, cuya única finalidad es obtener clics de los visitantes, más que lectores. Es posible que la lucha del laureado director de cine sea estéril y que la batalla contra las plataformas de streaming esté perdida de antemano. Y, es más, que a los espectadores les dé exactamente igual, a la hora de ver una película, si tiene más o menos resolución, más o menos calidad técnica, porque al final acabaremos viéndola en la pantalla de un móvil, donde se pierden muchos de esos detalles puestos por el artista.