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© Oriol Junqueras, cabeza de lista de ERC el 28-A, en la prisión de Soto del Real, el viernes pasado.
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© Juan Cal
El independentismo consolida su fortaleza electoral en Catalunya y logra nuevos hitos en su posición como fuerza hegemónica en Catalunya. Más del 36 por ciento de los votos válidos fueron para las dos fuerzas que forman parte del Govern de la Generalitat, Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, que se presentarán en Madrid con 22 diputados, una voz sólida a tener en cuenta por parte de quienes acaben ocupando el poder en España. Esa es una de las dos lecturas del resultado catalán; la otra es que Esquerra le ha dado un vuelco al mapa político del nacionalismo y se ha convertido, quizás por muchos años, en la fuerza hegemónica en todo el país hasta el punto de doblar a la antigua Convergència. Esa era la foto que buscaba Oriol Junqueras cuando insistía en presentarse por separado a las elecciones y era la misma que se frustró el 21 de diciembre cuando, contra todo pronóstico, se impuso Carles Puigdemont. Ahora ha cambiado el signo y toda Catalunya, o casi, se ha teñido de amarillo a pesar de que Junts per Catalunya ha sabido sobreponerse a los peores vaticinios de las encuestas y ha logrado incluso un leve incremento de votos pero no del porcentaje sobre el total. Esta nueva realidad política, con un nuevo interlocutor en Madrid, puede condicionar también la estabilidad política en la Generalitat hasta el punto de que las elecciones al Parlament se acaben celebrando el próximo mes de octubre. De momento, tal como ha ocurrido en Madrid, parece como si la moderación y el diálogo fueran la tónica dominante de los electores.