Justamente cuando está a punto de comenzar una nueva campaña electoral, los socialistas ofrecen una nueva señal de hasta dónde están dispuestos a llegar en su voluntad de distender la situación política en Catalunya. Dirán irónicamente en el entorno independentista que ese límite es poco ambicioso si solo contempla colocar a Miquel Iceta al frente del Senado. En el otro lado, el del unionismo más fervoroso, recordarán –lo han hecho ya– la propuesta a favor del indulto del líder socialista catalán. Es, ha dicho Pablo Casado, la demostración de que no permitirán la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Catalunya. Y no deberíamos volver a llegar a ese nivel nunca más. Esa es la verdad. Ni unos por tensar la Constitución hasta extremos inconcebibles ni los otros por creer que los excesos de la libertad se arreglan con la falta de libertad. Explican incluso que el Tribunal Constitucional –tan odiado por aquí– está a punto de emitir una resolución para limitar los efectos del 155 en el caso indeseable de una nueva aplicación. Y a todo esto, ¿qué puede hacer Iceta para reformar el Senado español? Quizás poca cosa, o mucho, nunca se sabe. Los socialistas tienen por primera vez en muchos años mayoría absoluta en el Senado, grupos dispuestos a afrontar una reforma en profundidad de una institución inútil a lo largo de todos estos años y un presidente, si finalmente se confirma, con un carácter innovador sobradamente demostrado a lo largo de toda su carrera política. Y voluntad de diálogo necesaria para una reforma tan importante para la democracia.