La macroencuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas que se hizo pública ayer, pero que fue realizada en los días previos a las elecciones generales, ratifica el giro a la izquierda del mapa político español. Falta, por supuesto, que lo confirmen los ciudadanos con su voto el próximo día 26 y, sobre todo, falta que se acabe de decidir ese 30 por ciento de votantes que aún no saben qué van a hacer. Si nos atenemos al éxito del barómetro electoral previo a las generales, podríamos decir que la encuesta del CIS marca una tendencia clara y que, si no hay sorpresas mayúsculas, la hegemonía del PSOE parece que se va a consolidar incluso en aquellas regiones, o ciudades, donde hacía más de 20 años que gobernaba el Partido Popular. La decisión del presidente gallego de distanciarse de Pablo Casado y de cualquier posible relevo al frente del partido conservador suena precisamente a precaución terapéutica, para evitar el contagio del fracaso que se avecina. Tampoco parece que le vayan a ir las cosas de maravilla a Ciudadanos, que no acabaría de superar a sus rivales por el control del centro derecha, mientras que Vox seguiría siendo la anécdota de las elecciones, inquietante, pero anécdota. En Barcelona, Colau y Maragall se disputarán esa décima de diferencia a lo largo de la campaña y en Lleida, como no hay datos del CIS, tendremos que esperar a la encuesta que Infortécnica elabora para SEGRE y que saldrá a la luz el último domingo de campaña electoral. Aquí también estarán las cosas muy reñidas, al estilo de lo que apunta la capital.