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© Juan Cal
la inminencia de las elecciones generales y el resultado negativo que le vaticinan a Ciudadanos las encuestas están detrás, sin duda, de las actitudes de su portavoz en el Parlament y del ambiente de bronca que se vivió el jueves en la segunda jornada del debate de política general. Sería injusto, no obstante, cargar todas las culpas a Ciutadans. El comportamiento de los partidos independentistas, especialmente de Junts per Catalunya que parece competir con la CUP en su actitud anti sistema, puede tener también motivaciones electoralistas, aunque también alguna carga emocional a causa de las detenciones y entrada en prisión de los siete miembros de los CDR acusados de supuestos delitos de terrorismo. No es aceptable, bajo ningún concepto, que desde instituciones de gobierno, que son parte del Estado, se pretenda trasladar a los ciudadanos la idea de que el Estado, todo él, es corrupto, antidemocrático y enemigo de los ciudadanos catalanes. Es cierto que algunas actuaciones policiales –aquí y en la Gran Bretaña– son sospechosas de parcialidad o de falta de rigor, pero para eso existen mecanismos democráticos que velan por los derechos de los ciudadanos. No se puede trasladar la idea de que todas las actuaciones negativas para el independentismo son antidemocráticas y las positivas no tienen su origen en el Estado de derecho, sino en que los afectados tienen razón. Solo quienes pretenden, legítimamente en cualquier caso, destruir el vigente sistema político pueden actuar con esa clase de argumentos. El resto es irresponsabilidad.
