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El mètode Grönholm es una obra de teatro escrita originalmente en 2003 por el dramaturgo catalán Jordi Galceran i Ferrer que, después de triunfar en medio mundo, se puede ver nuevamente en Barcelona en el teatro Poliorama. La obra ha sido llevada al cine y a buen seguro seguirá despertando el interés de los espectadores durante muchos años más. En ella, el autor nos explica el duro proceso de selección al que son sometidos cuatro profesionales: tres hombres y una mujer, aspirantes a incorporarse a la compañía sueca Dekia. Por su parte, Recursos Inhumanos es una serie de Netflix en la que un exdirector de recursos humanos cargado de experiencia y de años se encuentra en paro, intentando subsistir en un entorno sociolaboral que da la espalda a las personas de su generación, a la vez que participa en un proceso de selección para una multinacional que ha diseñado unas pruebas de juego de rol que rebasan todos los límites del comportamiento ético y al que el candidato, que es un hombre duro, intenta responder con las mismas cartas.

Realidad de los procesos de selección de personal Diariamente miles de profesionales optan a las cada vez más escasas plazas del mercado laboral actual. Se realice por las propias empresas contratantes o a través de empresas externas especializadas como la nuestra, los aspirantes son sometidos a entrevistas y pruebas de competencia técnica y de personalidad que pretenden desentrañar el perfil del profesional en cuestión. Todo ello, con el único objetivo de proponer un/a profesional cuyas competencias e intereses estén alineadas con la vacante en cuestión y garantizar así el éxito para todas las partes. Por supuesto, las pruebas a las que son sometidos los profesionales por nuestra parte, competenciales y psicológicas, nada tienen que ver con los procesos inhumanos a los que se somete a dichos candidatos en las citadas obras, más propias de un psicodrama que de un proceso de selección profesional. Sin embargo, las citadas representaciones nos deben servir a todos para que recordamos lo que ya nos señaló el filósofo Albert Camus en su obra Los Justos: “Ningún fin justifica causar un daño, y, por lo tanto, quien lo haga debe pagar las consecuencias, sin importar el fin que perseguía.” O lo que es lo mismo, los medios no justifican el fin. Cambios en el tablero de la captación del talento Como en todos los campos profesionales, los cambios que se avecinan en el de la selección serán radicales.

La irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) con la incorporación de nuevos profesionales al campo de la selección, como programadores y analistas funcionales, permite crear algoritmos capaces de filtrar miles y miles de datos en cada proceso de búsqueda y preseleccionar aquellos perfiles que, a priori, cumplen de forma objetiva con los prerrequisitos definidos y ponerlos después a disposición de los responsables de selección, quienes más allá de todos los cálculos reales pero fríos deberán evaluar a los profesionales propuestos, con base en su grado de coincidencia con los valores y cultura de la empresa. Y eso, lejos de substituir a los Técnicos de Selección, lo que hace es dotarles de herramientas fiables que mejoran enormemente una decisión compleja, inteligente, humana y nada artificial.

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