El primer escalón de un mundo más justo

Un alcalde de Ponent nos pidió una vez que no publicáramos la fotografía de un acusado por malos tratos. Su intención no era protegerle a él, sino a sus hijos, que serían doblemente víctimas de la atrocidad del padre. Hace unos años, me conmovió ver a un concejal remover cielo y tierra para ayudar a una familia leridana de origen inmigrante que perdió al padre en un accidente aéreo. Sin que nadie se lo pidiera, sin que fuera un tema de su competencia. Por responsabilidad, por dignidad, por humanidad. En otra ocasión, una alcadesa de nuestras comarcas pagó de su bolsillo el comedor escolar de una familia a la que no había forma de que la administración incluyera en el bono de subvenciones. Un par de mandatos atrás le pregunté a un alcalde por qué cambiaba tanto de partido. Su respuesta fue rotunda. “Si eres de los suyos te dan más subvenciones. Es triste, pero funciona así la política. Y para mí, mi pueblo es lo primero.” A estos hombres y mujeres que se dejan la piel por sus convecinos y que anteponen el bien común a la poltrona son a los que votaré . A los que no dudan en coger la pala para sacar nieve de las calles -aunque no haya periodistas-, a los que se enfrentan al poder para defender a los suyos y a los que no miran ni nombres ni apellidos para resolver litigios. El mundo más justo e igualitario que todos perseguimos tiene un primer escalón en la política municipal y eso decidimos el domingo 28.